En la última semana cuántas veces has pensado o verbalizado sin ningún género de dudas: ¡estoy estresada! El trabajo, los hijos, los mayores, la casa, la economía familiar, la pareja, las relaciones sociales…
En España un tercio de las personas adultas manifiesta sentirse estresada y, de ellas, más de la mitad acabará desarrollando alguna patología o enfermedad relacionada con este problema. Las dos principales causas que provocan esta epidemia son los temas familiares y los económicos. ¿Te suena?
El estrés prolongado en el tiempo produce agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima y la salud de la persona afectada.
Pero ¿Qué es el estrés?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como las reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción. Dicho de otra manera, el estrés es el mecanismo que nos prepara para que reaccionemos ante situaciones que se escapan de nuestra cotidianidad que son nuevas, exigentes o que nuestra mente piensa que entrañan cierto riesgo. Las dos hormonas que se liberan en este proceso son, la adrenalina, que aumenta el ritmo cardiaco, y la presión arterial y el cortisol (glucocorticoide), que aumenta la producción de glucosa en la sangre y altera las respuestas del sistema inmune, digestivo y reproductor.
Rafael Santandreu, psicólogo y autor del best seller como “El arte de no amargarse la vida” afirma que “el 95% del estrés que sufrimos nos lo provocamos nosotros con nuestros pensamientos”. También la famosa psiquiatra Marian Rojas-Estapé no se cansa de repetir que nuestra mente y nuestro cuerpo no distinguen lo real de lo imaginario y que nos pasamos media vida preocupándonos por cosas que casi con toda seguridad no sucedan nunca. Pero lo cierto es que, ante una amenaza, sea real o no, el cortisol y la adrenalina se activan.
El estrés, origen de muchos males
Ya hay estudios que apuntan a que muchas de las enfermedades del S. XXI están muy relacionadas con el ritmo de vida que llevamos. El estrés crónico está detrás de muchos problemas que nos causan malestar, que afectan a nuestra calidad de vida y que, incluso, pueden llegar a enfermarnos. El estrés prolongado en el tiempo produce agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima y la salud de la persona afectada, derivando en ocasiones en depresión.
Una vez localizada la causa deberías urdir una estrategia para hacerle frente, no es fácil, pero si la única forma de que puedas encarar el problema con resultados satisfactorios
El Síndrome de Bornout
El término «burnout» fue acuñado por primera vez en 1974 por Herbert Freudenberger, en su libro “Burnout: The High Cost of High Achievement”. Desde el 1 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoce ya como una enfermedad laboral. El sindrome de “estar quemado” consiste en un estado de agotamiento físico, mental y emocional que surge del estrés laboral crónico, y se caracteriza por falta de energía y sensación de abatimiento desde el inicio de la jornada laboral; sentimientos de frustración y fracaso al no conseguir los resultados deseados; estado de ánimo irritable, impaciente, negativo; incapacidad para concentrarse en el trabajo o desconectar al finalizar la jornada laboral; dolores físicos, fatiga visual, dolores de cabeza y musculares, mareos, dificultades con el sueño, pérdida de peso, etc…
Cómo luchas contra el estrés
A veces nos resulta fácil detectar cuales son las situaciones que nos provocan estrés, otras no tanto. ¿Qué es lo que más te preocupa en el día a día? ¿Qué pensamientos ocupan más tiempo en tu cabeza? ¿Qué tareas te desbordan? ¿Qué relaciones provocan en ti esa sensación que te supera? Son algunas de las preguntas que deberías hacerte para detectar cuál es el origen de tu estado. Una vez localizada la causa deberías urdir una estrategia para hacerle frente, no es fácil, pero si la única forma de que puedas encarar el problema y que los resultados sean satisfactorios. Pero tranquila, si no eres capaz, lo mejor es ponerte en manos de un experto que te ayude a poner soluciones.
Trata de encontrar maneras activas de controlar el estrés. Las formas inactivas de controlarlo, como ver la televisión, navegar por Internet o jugar videojuegos, pueden parecer relajantes, pero pueden aumentar el estrés a largo plazo.
No obstante, te dejo algunos consejos que te ayudarán a calmar tu vida y a ver la situación con mucha más claridad.
Hacer ejercicio físico: el ejercicio moderado practicado de forma regular disminuye el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, colesterol, hipertensión e incluso ciertos tipos de cáncer. También evita la obesidad, refuerza el sistema inmune y mejora nuestro estado de ánimo pero además, un nuevo estudio realizado por investigadores del Instituto Karolinska y publicado en la revista Cell , ha descubierto que, mientras practicamos deporte, los músculos de nuestro cuerpo comienzan a funcionar como el hígado o los riñones, depurando al organismo de toxinas, algunas de ellas provocadas por el estrés.
Come saludablemente: las comidas ligeras y sanas favorecen la reducción del estrés. Hay que comer sin prisas, masticando lentamente y evitando los precocinados. Sigue la dieta mediterránea, es patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO e introduce en tu día a día «el aceite de oliva, los cereales, las frutas y verduras frescas, consumo moderado de carne, pescado y productos lácteos.
No dejes que el estrés campe a sus anchas por tu vida porque la evidencia científica de que provoca enfermedades está ya más que probada.
Descansa: el sueño siempre es reparador, pero cuando una persona se enfrenta a una situación de estrés es aún más importante tener una buena higiene del sueño. Cena un par de horas antes de irte a dormir, recuerda que es importante mantener la habitación a oscuras y que la temperatura no sea elevada. Si puedes dormir con la ventana un poco abierta, mejor. No te lleves el móvil a la cama o no veas la tele desde ella. Lee un buen libro con una luz tenue, es una forma muy efectiva de prepararte para un buen descanso.
Practica alguna técnica de relajación cada día, como la respiración profunda, meditación, yoga, taichi, etc. Todas ellas te permitirán llevar tu mente a un estado de calma haciendo que los pensamientos que te bombardean dejen de hacerlo o al menos los dejes pasar sin detenerte en ellos.
Aprender a desconectar puede ser algo sencillo de decir, pero bastante difícil de lograr. Empieza a obligarte a apagar el móvil unos minutos al día (no vale sólo por la noche) y sustituye ese momento por actividades que te relajen, como leer un libro, escuchar música, pasear, charlar con una amiga, etc. Mindfulness: es una práctica que nos invita a vivir en el momento presente, liberándonos así de las preocupaciones sin sentido y permitiéndonos aprovechar mejor el tiempo. Es una maravillosa manera de no dejarnos llevar por el estrés. Nos ayuda a ser más productivos y eficaces.
No dejes que el estrés campe a sus anchas por tu vida porque la evidencia científica de que provoca enfermedades está ya más que probada. Un estilo de vida saludable a nivel físico, mental y emocional te ayudará a combatirlo, así que no lo dejes para mañana, ahora es el momento.
Os dejo con un pequeño video de la psiquiatra Marian Rojas-Estapé como resumen a mi artículo de este mes.