La llegada de un hijo es un momento único de felicidad y plenitud. Sin embargo, a veces la exigencia de afecto, de dedicación y de tiempo deja a la relación de pareja en un segundo o tercer plano. No hay que alarmarse. Esta es una reacción normal que no tiene por qué ser permanente.
Conviene interiorizar que nuestra vida, y en ella se incluye la de pareja, cambia con alguien más en la familia. No obstante, la transformación no significa, o no debería significar, deterioro. Ser padres puede ser en la mayoría de los casos el punto culminante de una relación, pero ni mucho menos tiene que ser vivido como si ya no existieran más motivaciones y que a partir de ahí la relación entre los cónyuges entra en la fase de decadencia. La pareja debe encontrar la forma de adaptarse a este cambio de etapa vital que, aunque positivo e ilusionante, conlleva unas responsabilidades que pueden dejar de lado el cuidado y el mimo de la relación conyugal.
La pareja debe encontrar la forma de adaptarse a este cambio de etapa vital que, aunque positivo e ilusionante, conlleva unas responsabilidades que pueden dejar de lado el cuidado y el mimo de la relación conyugal.Hay que tener en cuenta que la adaptación al rol de padres debe tener un periodo limitado, y que es bueno que no se demore demasiado atender y cuidar la relación de pareja otra vez. Si se deja pasar demasiado tiempo, el distanciamiento emocional entre los cónyuges podría dificultar su recuperación.
Por tanto, es importante retomar lo antes posible la relación para que la llegada de los hijos sólo signifique un motivo más de unión entre los dos. Si no fuese así, los miembros de la pareja pueden llegar a convertirse, al cabo de un largo periodo dedicado sólo a los hijos, en dos desconocidos.
Prevenir el distanciamiento emocional
Las personas que ya son padres han experimentado lo absorbente que puede llegar a ser el cuidado de los hijos. Mayor atención no debería implicar, sin embargo, descuidar al cónyuge y dejar caer la relación en una vía muerta. Dedicar pasión y empeño a los hijos no es incompatible con mantener un vínculo sólido, aunque es innegable que resulta más difícil porque el esfuerzo tiene que distribuirse.
Las nuevas responsabilidades multiplican las tareas diarias, pero conviene no dejarse arrollar por la dictadura de lo práctico, que puede reducir la comunicación de pareja a cuestiones relacionadas con los horarios, tareas, compras, guarderías, ropa… Si eso ocurriera, sólo es cuestión de tiempo para que se abra paso el distanciamiento y la unión se mantenga con un único propósito: el de ser padres. En este caso estaríamos frente a una relación frágil, de ahí la importancia de fomentar los lazos emocionales entre los dos para que el vínculo sea firme y pleno.
Hay que fomentar que uno pueda contar con el otro para sentirse respaldado, como si de un trabajo en equipo se tratara. De este modo, se reducirán las posibilidades de que uno de los dos se acabe agotando.
Compartir el protagonismo ante los hijos representa otro eslabón para reforzar la cadena afectiva entre la pareja. Permitirá distribuir el sentimiento de paternidad sin desequilibrios y evitará una relación individualista con los hijos, motivo de distanciamiento emocional entre la pareja.
Convendría olvidar la idea de que para ser padres hay que renunciar a ser pareja. Si se conserva el vínculo emocional, el beneficio no es sólo para la pareja, sino también para el bienestar de los hijos. Los niños y niñas son muy sensibles a su entorno y, por tanto, pueden percibir de forma muy positiva el que sus padres mantengan una relación de pareja sólida, sintiendo que la unidad familiar es estable y segura.
Mantenerse unidos
El trabajo y responsabilidades que comporta ser padres son realidades ineludibles, pero hay que evitar sobrecargarse y es recomendable apoyarse en la pareja para que todo sea más llevadero. Como se trata de un trabajo en equipo, hay que implicarse en actividades placenteras con los hijos para sentirse unidos, aunque en ocasiones es muy conveniente que cada miembro de la pareja conserve sus pasatiempos favoritos para que sirvan de desconexión temporal. Si es posible, no se recomienda renunciar a los ratos de ocio, tanto en pareja como en solitario, para mantener el bienestar personal y la salud de la relación de pareja, que a su vez tendrá efectos positivos para los hijos.
Foto: Flying Baby! por Kyle and Kelly Adams.
Siempre que sea posible hay que reservar un espacio semanal para la pareja. Eso no debe hacer sentir mal a los padres, como si estuvieran descuidando a sus hijos, ya que forma parte del bienestar general de la familia el que los padres tengan un día "libre" que, además, sirva para no perder intensidad en la relación entre ambos. Siempre que sea posible no está de más concederse un fin de semana o unas mini vacaciones exclusivas.
Del mismo modo es importante preservar un espacio personal para cada miembro de la pareja que, además, servirá para que el cónyuge goce por unas horas de ser padre o madre en solitario, lo que puede reforzar los lazos individuales con los hijos y la satisfacción por desempeñar ese rol tan importante.
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