El trabajo en equipo para algo más que lograr objetivos puede convertirse en una situación transformadora donde nuevos aprendizajes tienen lugar.
No hay duda de que una de las competencias más importantes que debe tener un líder es su capacidad de formar, conservar y gestionar equipos eficientes.
Trabajar en equipo es además una experiencia que ubica a las personas en situaciones donde se juegan muchas de las capacidades que sería conveniente encontrar en otras tantas de la vida misma.
El trabajo en equipo crea lazos, fortalece personas y desarrolla personalidades lanzadas a la evolución además de lograr los objetivos por los cuales se ha formado.
En el campo de lo social, sea en la educación como en cada intervención que se realiza, trabajar en equipo implica el consenso y la aceptación de reglas, el desarrollo de la escucha activa, de la empatía, de la comunicación asertiva, de la creatividad y todo ello en un clima de seguridad y confianza que permite pensar con el otro, arriesgar ideas y posibilidades, aceptar otros puntos de vista, arribar a consensos, discutir, impulsar… todas cuestiones imposibles si no las realizan personas que se conocen a si mismas, que son capaces de escuchar sin prejuicios (o dándose cuenta de cuándo son sus prejuicios o creencias las que le impiden comprender las ideas de los demás). Entiendo que esto es posible únicamente para quienes han realizado, o necesitan realizar, el recorrido de conocer su propio ego y, al menos, tener la intención de trascenderlo.
El trabajo en equipo como espacio de transformación
El trabajo en equipo crea lazos, fortalece personas y desarrolla personalidades lanzadas a la evolución además de lograr los objetivos por los cuales se ha formado.
El trabajo en equipo requiere de la construcción de un grupo de trabajo. No es algo que se dé naturalmente. Debe construirse.
Mucho se habla en la escuela de trabajo en equipo pero la mayor de las veces no es más que el fraccionamiento de tareas tendientes a un mismo objetivo. Cuando así es, no se diferencia demasiado de las “líneas de producción” que la Revolución industrial instaló en las fábricas. Tareas por cierto que contribuyeron a la difusión y utilización masiva durante el SXX. de la palabra alienación. Todo lo contrario de lo que significa “trabajo en equipo”.
Aprendí de la experiencia
He trabajado muchísimo con personas vulnerables y los equipos que he liderado. otras tantas veces lo conformaban personas tan vulnerables como los destinatarios de las acciones. Tal vez fuese eso lo que me obligó a desarrollar un sexto sentido para captar las fortalezas de las personas y comenzar la construcción del equipo desde allí. Y algo más, el pensar el empoderamiento de dichas personas incluido en el plan de trabajo. Este proceso siempre se vio favorecido por la creación del equipo como espacio de seguridad y confianza. No significa que todos terminamos amigos. Muchas veces fue el reconocer la libertad de elegir a nuestros amigos lo que aportaba a la tarea, en equipos donde las diferencias personales eran muchas. La seguridad y la confianza se basaron en los valores que fuimos estableciendo como reglas de funcionamiento, la libertad de elegir por ejemplo.
Un liderazgo integral
Conocer y escuchar activamente motivando la expresión de las ideas, subrayar y reconocer el valor de todos los aportes, reordenar las responsabilidades en función de los imprevistos, lograr plasticidad y adaptación rápidas, animar a enfrentar situaciones nuevas, alentar la capacitación y el intercambio de saberes para construir saberes nuevos, la autoevaluación y el propiciar espacios de comunicación regulares y efectivos, tanto como hacer circular la información son algunos de los hábitos que he adquirido y que hoy dirigen mis intervenciones.
Todos esos principios aportan a la toma de decisiones que, en situación de liderazgo, suele ser una tarea solitaria. Cuando los objetivos se logran y los miembros del equipo se reconocen en un “nosotros” además de autoevaluarse con nuevos aprendizajes podemos decir que la tarea se ha cumplido. En el campo de lo social no considero eficientes los logros que no aportan a la transformación no solo de la realidad sino de las personas que intervienen en la consecución de esos logros.