En la actualidad, tres de cada diez parejas que se someten a un tratamiento de reproducción asistida requieren de óvulos o esperma donado para tener un hijo, sin contar el creciente número de mujeres sin pareja que deciden ser madres por ovodonación como consecuencia al retraso de su decisión y el envejecimiento de sus ovocitos.
Gracias a la actual crisis económica, las posibilidades han aumentado como consecuencia de una constante y creciente demanda de donantes. Ellos lo hacen por 50 euros, ellas por 1.000.
Gracias a la actual crisis económica, las posibilidades han aumentado como consecuencia de una constante y creciente demanda de donantes. Ellos lo hacen por 50 euros, ellas por 1.000.
Según datos de las clínicas especializadas, una de cada diez parejas que se someten a un tratamiento reproductivo necesita de óvulos o esperma donado, sin tener en cuenta el creciente y constante aumento de mujeres solas que se someten a este tipo de donaciones para ser madres.
No es de extrañar ya que la tasa de embarazos con donantes se incremente en un 55 por ciento, frente a un 38 por ciento en fecundaciones in vitro con óvulos propios y un 25 por ciento en inseminaciones artificiales, según informes de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), que se remontan a finales de 2006, y que en 2009 serán superiores.
¿Por qué? Tan sencillo como que los donantes suelen ser personas muy jóvenes con una tasa de fertilidad muy elevada. Cierto es también que los embarazos múltiples con estas técnicas superan el 40 por ciento ya que la implantación suele ser de dos ó más gametos para aumentar las probabilidades (En España, la Ley sólo permite la implantación de un máximo de tres).
El precio y la edad
Su coste es elevado en la sanidad privada, en torno a los 8.000 euros por ovodonación, ó 5.000 por donación de embriones, frente a los 6.000 de una fecundación in vitro o los 1.500 de una inseminación artificial. Las mujeres sin pareja, pese a que la actual Ley de Reproducción Asistida las ampara en igualdad de condiciones, prácticamente siempre tienen que recurrir a la sanidad privada porque aún son muchas las comunidades autónomas y los ginecólogos de la sanidad pública que ponen impedimentos cuando solicitan un tratamiento reproductivo.
Tampoco lo tienen fácil aquellas que superen los 40 años. Rápidamente son derivadas a la sanidad privada, pese a que la actual Ley de Reproducción no limite este tipo de tratamientos a su edad. Sin embargo, si lo hace la sanidad pública, amparándose en el artículo 3 de la misma Ley, según fuentes del Defensor del Paciente, que dice que “los tratamientos de reproducción asistida se realizarán solamente cuando haya posibilidades razonables de éxito”.
En la sanidad pública las probabilidades de éxito estan por debajo de los 40 años, mientras que en la privada se han establecido por debajo de los 50. Como de costumbre la sociedad va por detrás de la ciencia y, hoy en día, las probabilidades de éxito con 41 y por donación de óvulos pueden ser mayores que a los 30 con un problema de fertilidad. La sanidad pública, la privada, o los seguros médicos, deberían atender a todos con igualdad, o no atender a nadie, pero no discriminar por condición sexual, estado civil o edad.
*Sobre un texto de María Warda para masola.org