Teresa Gonzalo, Ambiox Biotech contra el VIH

¿Cómo luchar contra el VIH en lugares del mundo donde una mujer no puede negociar el uso de un preservativo? Que el 80% de las nuevas infecciones se produzcan por vía sexual es lo que motorizó a Teresa Gonzalo, investigadora, CEO y fundadora de Ambiox Biotech a buscar la manera de frenar el impacto del SIDA: la respuesta es un gel de uso tópico basado en moléculas de tamaño nanoscópico, microbicida, que permite protegerse de la infección por VIH durante el acto sexual, sin necesitar el consentimiento de la pareja.

Teresa Gonzalo, investigadora y doctora europea en Biomedicina, lleva cuatro años en su lucha por combatir el sida y este trabajo le ha valido ser reconocida con el premio TR35 Spain al Innovador Solidario en esta edición de 2011.

Detener la expansión del virus podría estar a su alcance gracias a unas pequeñas moléculas incorporadas a un microbicida vaginal
de uso tópico.
Teresa Gonzalo, diseñó y sintetizó un diminuto constructo celular específico que transportaba fármacos de diversos tipos hasta donde eran necesarios, y sólo hasta allí. "Modificamos con azúcar una proteína -la albumina- y le unimos un medicamento usando un linker", explica Gonzalo. "Gracias a él logramos agrupar fármacos que con la química tradicional no podíamos juntar -como la pentoxifilina, que influye en revertir el proceso fibrótico del hígado- y logramos aumentar su dosis en el tejido de manera selectiva, discriminando las células que estaban enfermas de las que no".
 
Tras las pruebas farmacológicas in vitro y el testeo de su eficiencia in vivo en modelos experimentales con animales, los resultados no pudieron ser más esperanzadores. "Inyectamos el compuesto en ratas con daño hepático crónico y observamos una importante regresión del proceso degenerativo del hígado", prosigue Gonzalo.
 
La lucha contra el mercado

No tardó en aparecer una empresa interesada en su desarrollo clínico, Kreatech, que licenció la patente de estos dendrímeros e inició una carrera de obstáculos normativos que hasta ahora han impedido el comienzo de las pruebas en humanos. "Las agencias ponen muchas trabas a la hora de autorizar ensayos con compuestos de tengan varias partes", indica Gonzalo. "Hay que evaluar los efectos de la proteína sola, luego del linker…y en los test que hacen, la exigencia es muy elevada".

Teresa Gonzalo
, tendría ocasión de comprobar cómo también en el ámbito del cáncer la nanoingeniería de fármacos se topa con frecuencia con este tipo de trabas regulatorias, un aspecto que nunca la ha desanimado. Durante su periodo postdoctoral en la Universidad de Santiago de Compostela, en el que colaboró con la farmacéutica PharmaMar y el Hospital Clínic de Barcelona, su equipo desarrolló unas nanocápsulas poliméricas, biodegradables y biocompatibles, para agrupar fármacos como la alpidina, un compuesto que presentaba un buen perfil de actuación contra las células cancerosas pero que tenía graves efectos secundarios en las sanas.
 
Sus cápsulas disponían de un añadido de polietilenglicol gracias al que eludían el sistema de defensa del bazo, lo que aumentaba su biodisponibilidad en sangre y, por tanto, su efectividad. "El futuro paciente sufriría menos porque necesitaría menos cantidad de fármaco inyectado", explica la investigadora antes de mencionar otra de las ventajas de su compuesto: puede usarse para vehicular tanto este fármaco como otros antitumorales con las mismas ventajas de disminución de efectos secundarios.
 
El equipo de Teresa Gonzalo eligió ingredientes que contaban con la aprobación de la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) y pretendía mejorar su molécula añadiéndole un sustrato que fuera reconocido por las células cancerosas, pero ante la difícil perspectiva de que un sistema con tantas partes fuese aceptado por las autoridades regulatorias, la investigadora predice que los desarrolladores que están continuando con su estudio "se quedarán con el sistema más sencillo" (el que incluye solo la nanocápsula y la molécula de polietilenglicol).
 
Nace Ambiox Biotech, su propia empresa

Tras la experiencia acumulada durante estos años y después de comprobar las dificultades que implica transferir los avances del laboratorio al mercado, Teresa Gonzalo ha fundado su propia empresa, Ambiox Biotech, para materializar el potencial de las nanopartículas que investiga. Su primer reto es poner en circulación un gel de uso tópico que prevenga las cinco millones de nuevas infecciones por VIH que se producen cada año en el mundo. Para ello emplearía los dendrímeros, con los que ha estado investigando junto a otros científicos, y cuyo mecanismo de actuación consiste en su adhesión a una de las proteínas que presenta el VIH en su cápsula para dificultar que este pueda unirse con los receptores de la célula a la que intenta entrar. Como consecuencia, podría inhibirse hasta un 80 por ciento la infección.
 
El gel Ambiox Biotech, lograría llegar allí donde es más necesario combatir contra el VIH: en zonas con escasez de recursos y donde las mujeres están sometidas a los deseos de su cónyuge.Frente a otros geles microbicidas, este presenta la ventaja de que no genera resistencias, no pasa a la sangre y sus partículas tienen un efecto antiinflamatorio sinérgico con la capacidad de competir con el virus, según asegura Gonzalo. No obstante, la experta en nanopartículas no descarta el desarrollo de un gel que combine dendrímeros junto con componentes usados en otros microbicidas en estudio, posibilidad por la que asegura que ya ha mostrado interés una conocida multinacional farmacéutica.
 
En cualquier caso, lo importante es lograr un gel eficaz que pueda llegar allí donde es más necesario: en zonas con escasez de recursos y donde las mujeres están sometidas a los deseos de su cónyuge.
 
Gonzalo, que tiene este objetivo muy presente, ya ha realizado una previsión del precio que tendría su gel en países en vías de desarrollo -basada en un estudio farmacoeconómico de la Fundación Rockefeller- y cree que sería viable trasladar el microbicida a zonas menos desarrolladas estableciendo un precio más elevado en los países más ricos, que serían los encargados de cubrir los costes de incorporación al mercado. Los beneficios subsidiarían el gasto en países subdesarrollados, "donde realmente salvaría vidas", afirma.
 
Al margen de esta posibilidad, el gel de Ambiox sería relativamente económico en comparación con otros productos, ya que el coste de fabricación a escala de estos dendrímeros es bajo por no tratarse de moléculas biológicas. Además, al ser de aplicación tópica, entraña un menor riesgo y, por tanto, un proceso regulatorio más sencillo.
El coste de desarrollo total del producto afianzan la propuesta de Teresa Gonzalo, que está convencida de que, su elevado coste de eficacia en el tratamiento a los pacientes con sida, hará que los gobiernos incorporen el gel de Ambiox Biotech en la lucha preventiva contra el VIH.

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