Convertirse en abuela, como nos esta sucediendo ahora a muchas de nosotras, constituye una experiencia fascinante. Presenciar la llegada de una nueva generación que se nos parece, talentos e idiosincrasia similar a los nuestros, no deja de ser una experiencia maravillosa. Algunas abuelas esperan tener una relación menos estresante con sus nietos/as que la que tuvieron con sus hijos/as, especialmente si no se encuentran del todo seguras de haber tenido un vinculo satisfactorio con su descencia por el hecho de haber estado demasiado ocupadas, trabajando.
Mujeres que al tener una seguridad económica pueden disfrutar especialmente de sus nietos por el hecho de que tienen una tranquilidad, de la que no disfrutaron cuando sus hijos eran pequeños.
También constituye una nueva manera de relacionarse con las nueras con la llegada del primer nieto/a. En ese momento se convierten en iguales con las hijas o nueras ya que comparten con ellas una experiencia fundamental en la vida de toda mujer, que es la de pasar del rol de hija al de madre. Eso produce un acercamiento inmediato, ya que en una fase anterior la pareja estaba en una especie de luna de miel continua.
En nuestra sociedad, adoradora de la juventud, convertirse en abuela constituye un sinónimo de vejez, que a la vez arrastra un estigma, que está en vías de transformarse por haber abuelas cada vez mas marchosas y que no hacen de ese rol su baluarte en la vida. En nuestra sociedad, adoradora de la juventud, convertirse en abuela constituye un sinónimo de vejez, que a la vez arrastra un estigma, que está en vías de transformarse por haber abuelas cada vez mas marchosas y que no hacen de ese rol su baluarte en la vida.
En la actualidad las abuelas, definen con bastante precisión su rol en relación a sus nietos. Son pocas las mujeres que trabajan que desean convertirse en canguros de su descendencia. Tampoco desean caer en la categoría de “abuelas felpudo”, que están a disposición de sus hijas/nueras como la tienda Seven Eleven, las 24 horas del día.
“Convertirse en abuela constituye una de las grandes experiencias de la vida, ya que con el retraso de la maternidad, no constituye un hecho evidente. Que nos visite un nieto es una experiencia agotadora a todos los niveles, física, emocional y emocionalmente, sobre todo cuando la abuela aún está trabajando”.( abuela de 54 años).
Con la llegada de un nieto/a el vínculo entre nuera y suegra se transforma. En ese momento nos convertimos en iguales con nuestras hijas o nueras y la relación ya es de madre a madre, una relación entre iguales que puede compartir vivencias, experiencias y el disfrute de ver como un bebe se convierte en personita. Pese a ello resulta importante, respetar y no olvidar la autonomía y valores de los hijos/as, ya que son “sus" hijos no los nuestros. Son miembros de otra generación, por lo tanto los valores y prioridades de la educación serán, probablemente diferentes a los que nosotras hemos ejercido.
Constituye un regalo de renovación que nos regala la vida y una oportunidad de observar nuestro propio devenir desde otra perspectiva. Que viva la abuelitud.
*Alicia Kaufmann es Catedrática y Coach ejecutiva con especialidad de género. www.aliciakaufmann.com
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