Laura Huang de Wharton, profesora de Harvard, ha dedicado varios años a analizar cómo se toman las decisiones en las empresas. Una de sus conclusiones es que, a la hora de hacerlo, se focaliza la atención en dos categorías: la información -finanzas, estrategias, condiciones del mercado… en definitiva, números- y la intuición. Sorprende que esta última tenga tanto peso a la hora de tomar decisiones importantes, pero aún más cuando se sabe que, si las dos categorías entran en conflicto, suele imponerse la segunda.
Ser intuitivo no implica que uno vaya a tomar decisiones a lo loco, porque la intuición, en realidad, es pensamiento lógico inconsciente.
La intuición ha acompañado al hombre desde su época primitiva y ha sido fundamental para detectar peligros y asegurar su supervivencia. Y las mujeres poseen más que los hombres; no es un mito, lo dice la ciencia. Las diferencias físicas entre el cerebro de un hombre y de una mujer están probadas, ambos cerebros responden de manera diferente al estrés y procesan los recuerdos emocionales de forma distinta: aunque sus capacidades y conocimientos estén al mismo nivel, la forma de tomar decisiones varía.
La intuición, la clave del éxito
Esta herramienta ya no nos sirve solo para sobrevivir, es un elemento fundamental para el éxito en nuestra sociedad porque complementa nuestras capacidades intelectuales y predispone a una toma de decisiones más adecuada. En el ámbito empresarial puede ser especialmente útil al permitir percibir todo aquello que no es evidente: entender conductas o comportamientos, prever lo que va a ocurrir en el mercado y anticiparse a las demandas de los clientes.
Ser intuitivo no implica que uno vaya a tomar decisiones a lo loco, porque la intuición, en realidad, es pensamiento lógico inconsciente. Es por ello que tiene un papel tan importante en las decisiones, aunque parezca que, si uno se guía por ella, las tomará de modo brusco, inesperado o inconsciente. Como señala el neurocientífico Joaquín Fuster, una corazonada, ejemplo clásico de la intuición, tiene precedentes en “impulsos inconscientes perfectamente lógicos dentro del ambiente vital”.
Que la intuición sea un rasgo atribuido a las mujeres no quiere decir que sea exclusiva de ellas ni que quien no la tenga tan desarrollada no la pueda cultivar o perfeccionar. Lo que sí indica es que, si confiamos en las mujeres para que ocupen más cargos de responsabilidad, podemos ahorrarnos muchos disgustos. Para ello es necesario eliminar los prejuicios que sugieren que con un hombre al mando estamos más seguros, lo cual requiere de un esfuerzo consciente por modificar esos patrones de pensamiento y comportamiento inconscientes tan asentados en nuestros cerebros.
Algunos expertos sugieren a los inversores que busquen de forma intencionada a mujeres para que les asesoren, que pasen tiempo con ellas y se rodeen de empresarias exitosas: así, su intuición comenzará a cambiar y se aproximará más a lo lógico. Aunque parezca arriesgado, lo peligroso es lo contrario: mantener el statu quo.