Pastelería con historia

Tiene más de 130 años en el negocio de la pastelería con tres generaciones que le dieron empuje para que Viena Capellanes sea una de las cadenas de pastelerías y tiendas gastronómicas más conocidas de Madrid. Hoy Antonio Lence Moreno, al frente de Viena Capellanes, no pierde la sonrisa ni muestra prisas. Con serenidad y simpatía le cuenta cómo lleva adelante esta empresa familiar, una tradición bien española.

¿Cómo ingresa a la empresa familiar?

Aunque el cariño por la empresa se llevaba fraguando desde que tengo uso de razón, la llegada a la gestión fue de una forma un tanto precipitada, como consecuencia de una enfermedad de mi padre, que obligó a coger las riendas del negocio para que este pudiera seguir adelante.
¿Se le plantearon otras alternativas o fue algo naturalmente previsto?
En aquel momento no había mucho que pensar, fue algo bastante natural, no obstante para entonces yo ya tenía un profundo conocimiento de la empresa.

¿Con cuántos miembros de su familia paterna trabaja?

Directamente y en el trabajo "diario", sólo con el otro gerente, mi primo José Antonio Lence Fuentes. No obstante a nivel de Consejo de Administración, existe representación de todas las ramas familiares.

¿Y de la propia?

Mi hermano gemelo, Ricardo, que a pesar de desarrollar su carrera profesional fuera de la empresa, como directivo de una empresa de servicios, le dedica a Viena Capellanes todo su tiempo libre, asumiendo el papel de consejero delegado de la empresa.

¿Recuerda algún momento crítico que haya puesto en juego su rol de empresario?

Hay momentos muy duros y de mucho agotamiento físico e intelectual, pero nunca he tenido ganas "serias" de tirar la toalla, afortunadamente siempre me ha acompañado el respaldo y el trabajo del equipo directivo que ha sido especialmente eficaz en los momentos más duros.

¿Cual es exactamente su rol?

Soy el "primer ejecutivo", la cabeza visible de todo el grupo empresarial, con funciones muy diversas, desde las meramente administrativas hasta las de representación de la empresa en todas las instancias; afortunadamente estoy muy respaldado por el resto de directivos de la empresa.

¿Qué es lo mejor de su trabajo?

Hay muchas cosas buenas en mi trabajo, lo más gratificante es el que las cosas bien hechas den su resultado y se logre la satisfacción del cliente, que es quien con su confianza sostiene nuestra empresa; si además logramos que el personal también se encuentre a gusto, es la perfección absoluta.

¿Qué consejo daría a quienes tienen una empresa familiar?

Es difícil dar un consejo genérico; cada empresa familiar tiene unas circunstancias que son personalísimas y completamente distintas a las demás; no obstante y como "consejos genéricos" tal vez los más eficaces sean el saber separar en el momento adecuado lo que es empresa y lo que es familia; otra base fundamental es la de la transparencia y la claridad en la información, para evitar malos entendidos.

¿Cuáles cree que son sus virtudes?

Prefiero que eso lo juzguen los demás; si no tengo más remedio que decir algo de mi, creo que soy razonable y dialogante.

¿Qué virtud le gustaría adquirir?

En muchos momentos, me gustaría tener el don de la ubicuidad… pero entiendo que eso es bastante complicado. Hablando en serio, me encantaría poder organizar mucho mejor mi tiempo.

¿Observa capacidad emprendedora en la siguiente generación?

Es un aspecto que todavía no me he planteado de momento. Lo que sí me consta es que todos nos estamos preocupando de que nuestros hijos reciban una buena formación que les sirva en el futuro, dentro como fuera de la Empresa Familiar.

¿Qué importancia tiene la comunicación en la empresa familiar?

La comunicación es uno de los pilares básicos para el desarrollo de la empresa familiar, y se hace más imprescindible con el paso de generaciones. La ausencia de comunicación puede generar recelos y suspicacias injustificadas. En nuestro caso, la comunicación ha sido imprescindible para conseguir un ambiente de confianza entre los accionistas familiares que nos ha permitido reinvertir en los últimos años más del 90 % de los resultados de la Empresa en seguir mejorando y creciendo.

¿Pensaron alguna vez en la internacionalización, venta o fusión de la empresa?

La primera no se ha planteado nunca, porque nuestro proyecto tiene unos matices que, de momento, le confiere un carácter bastante localista, dentro de la Comunidad de Madrid. Con respecto a la venta o fusión, hemos tenido propuestas que en ningún caso hemos llegado a estudiar. Mantenemos la ilusión por seguir siendo lo que somos.

¿Cuáles son los principales retos de las empresas familiares?

En el caso de las empresas familiares, probablemente el principal reto se plantee en los momentos del relevo generacional, que determina la continuidad o la liquidación del proyecto empresarial.

¿Y los mayores factores de éxito?

Desde mi punto de vista es el compromiso que se adquiere, tu trabajo deja de ser solamente eso para convertirse en una responsabilidad de mayor envergadura, de la que depende mucha más gente.

¿Cómo se imagina dentro de 20 años?

Dentro de 20 años, tendré 61… Espero haber sido para entonces lo suficientemente inteligente para haberme rodeado de un buen equipo de colaboradores que me permita vivir mucho más tranquilo, y con la sucesión encauzada para que resulte sencilla y ordenada.

Pasión y empuje

Antonio Lence Moreno es abogado y lleva 23 años trabajando con dedicación diaria en la empresa de su familia -su segundo hogar desde pequeño-, donde comenzó como auxiliar de dirección. Desde entonces tomó contacto con todos los departamentos lo que le permitió conocer al dedillo al personal, los establecimientos, las estructuras y el funcionamiento general. Por eso, fue muy natural que en 1992 fuera nombrado director gerente de Viena Repostería Capellanes, cargo que ocupa en la actualidad. Durante su gestión, se han reformado integralmente todos los establecimientos originales de la cadena: se abrieron 11 nuevas sucursales (en la actualidad hay 19); también se han emprendido nuevas líneas de negocio, con la creación del departamento de Catering y la apertura del Café Viena Restaurante manteniendo la misma línea artesanal que ha caracterizado a Viena Capellanes desde su fundación en 1873.

Historia singular

La empresa se remonta al año 1873, cuando Matias Lacasa decidió probar suerte en el mundo de la panadería introduciendo una clase de pan que había conocido durante un viaje a la capital del entonces Imperio Austro-húngaro, Viena; un pan muy distinto al Candeal, el único conocido. Se trataba, claro, del pan de viena, que patentó y fabricó en exclusiva durante diez años. La primera tahona se estableció en la calle de Capellanes, que le dio nombre a la empresa. A la muerte de Matias, que no tenía hijos, su viuda pidió ayuda a sus sobrinos nietos: los famosos hermanos Baroja, Pío y Ricardo, entonces estudiantes y más interesados en el arte y la bohemia que en los panes.
Durante los primeros años, ya trabajaba allí Manuel Lence Fernandez, un aprendiz que pronto mostró su empeño y a los 18 años fue nombrado encargado. Tras unos años de duro trabajo y ya rodeado de algunos hermanos venidos de su Galicia natal, decidió comprar la empresa a los Baroja. Poco tiempo más tarde y consolidado el negocio, comenzó el despegue que desembocó en la creación de la cadena que ha llegado hasta hoy, siempre en manos de las sucesivas generaciones de la familia Lence.

Mercedes Wullich para E2C Media

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