Con tan solo 22 años ya puede presumir de haber escrito un libro. Raquel Andrés se define como una dejada de los tiempos que corren. Prefiere leer que entrar en las redes sociales. “Los ángeles no tienen Facebook” es su libro, un ensayo que polemiza con lo que en las redes hoy es ley.
¿Cuándo supiste que serías escritora?
Creo que nunca lo he sabido y sigo sin saber si seré escritora. ¿Cuándo se adquiere ese rango profesional? ¿Cuando se publica un libro? ¿Dos? ¿Cinco? ¿Diez? Lo que siempre he sabido es que me gustaba escribir. El problema es que he llegado a un punto en el que siento que mis textos han cobrado vida propia y he perdido la libertad de elección. Ya no puedo echarme atrás, las palabras se han adueñado de mis manos y no me puedo negar a darles voz.
“Los ángeles no tienen Facebook” es un ensayo crítico sobre las redes sociales, que invita a la reflexión sobre este fenómeno en el que participamos a menudo sin pensar en lo que conlleva. ¿De qué trata Los ángeles no tienen Facebook?
Es un ensayo crítico sobre las redes sociales. Con él pretendo invitar a la reflexión sobre este fenómeno que nos ha pillado un poco por sorpresa a todas y en el que participamos a menudo sin pensar en lo que conlleva. En el libro hablo de los costes, del papel de las redes sociales en el periodismo, de la censura en Internet en otros países, de las políticas de privacidad, de la banalización de la amistad, del exhibicionismo en este tipo de redes o de su papel educativo, entre otras cosas.
¿Qué te llevó a este interés por su estudio?
Yo no pertenecía a Facebook ni Twitter. No obstante, en mi entorno cada vez más las conversaciones giraban en torno a las dichosas redes sociales. Observar desde fuera este fenómeno me hizo preguntarme qué tendrían las redes sociales para ocupar el tiempo libre de tantas personas. A raíz de esta curiosidad, comencé a indagar.
¿De qué manera están afectando las redes sociales las relaciones de la gente?
Las redes sociales crean una percepción un tanto distorsionada de que estamos más comunicadas. Estamos más cerca de personas que viven lejos, pero seguimos manteniendo las distancias con los vecinos de nuestra escalera. No debemos olvidar todos esos detalles de la comunicación interpersonal que se pierden en el contacto virtual: los gestos, la mirada, la voz…
¿Y a las mujeres?
Si hablamos de género, Facebook repite las pautas del masculino genérico del resto de los medios de comunicación. A nuestros contactos los llamamos "amigos", no "amigas". En cualquier caso, las redes sociales pueden afectar negativamente a las mujeres, sobre todo a las jóvenes, si se dejan llevar por el circo exhibicionista que fomentan a través de las competiciones de fotografías.
5 consejos cosas que debes y no debes hacer en Facebook
Creo que las usuarias debemos ser capaces de controlar a Facebook, y evitar que Facebook nos controle a nosotras. Es fácil decir “yo uso bien las redes sociales”. Pero la realidad es que entramos con un fin concreto y acabamos viendo decenas de fotografías que en realidad no nos interesan. El tiempo es todo lo que tenemos y debemos usarlo inteligentemente. También debemos ser cuidadosas con todo el material que publicamos. Si algo queremos preservarlo de miradas ajenas, lo mejor es no publicarlo en Internet.
Ping pong
Una frase que utilices habitualmente… El éxito fácil no existe. Y el éxito a secas es muy relativo.
Admiras en la gente… La humildad y la perseverancia.
Qué cosas te motivan en el trabajo y en la vida. En el trabajo, lo fundamental es rodearse de un buen entorno donde exista una mínima confianza. En la vida, comprobar que con un relato es posible evocar sentimientos, dar felicidad. Simplemente por una lágrima o por una sonrisa ya vale la pena escribir una historia. Supongo que trabajo y vida están irremediablemente unidos.
Un libro: Señalar uno equivale a dejar en el tintero a miles de grandes obras literarias; en todo caso, mencionaré “Yo soy gato”, de Natsume Sôseki, dejando claro que es el mejor de los que me he leído en los dos últimos meses.
Un autor: Juan José Millás. Su prosa, sencillamente, atrapa e impide que apartes la mirada para reflexionar o para respirar. En cierto modo, es asfixiante.
Una película: Como libros, hay muchísimas buenas. Por decir un par: “La huella”, de Mankiewicz, “Gran Torino”, de Eastwood o “El jefe de todo esto”, de Lars von Trier.
Un director: Fernando León de Aranoa, por ejemplo.
Un perfume: Como mucho, el de Patrick Süskind.
Una comida: Tortilla de patatas.
Un lugar al que volverías: Alicante. No me cansaría de volver.
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