Los lazos invisibles de la herencia

Durante los últimos años no he parado de oír en cada comida familiar, en cada cena con amigos, o en cada reunión de trabajo la difícil situación que atraviesa España. Nos quejamos por lo mucho que perdemos. Perdemos ingresos por el aumento de los impuestos o los recortes salariales, perdemos prestaciones sociales y perdemos el empleo.

En general estos comentarios generan una burbuja de indignación que explota siempre en la típica frase: ¡! Que país le vamos a dejar a nuestros hijos!!…..

Sin oportunidades laborales, sin prestaciones sociales, sin pensiones…y esa indignación les iba dando fuerzas a todos los que se quejaban para finalmente dictaminar embriagados con sus propios argumentos…  !! Nuestros hijos tendrán que irse fuera de España…!!!

El mayor era el intelectual de la casa, buenísimo, cariñoso, todo nobleza, lealtad. Enamorado de su madre, con una simpatía y un don de gentes extraordinario, fino, correcto… Era su orgullo en una palabra…La mayoría de los que llevaban la voz cantante tienen buenos puestos en reconocidas empresas, viven en zonas residenciales, sus hijos reciben excelente educación, en definitiva no les falta de nada. A mí tampoco…. Pero les  escuchaba y asentía…. Bebía de sus palabras .Y también me quejaba….Y después de tanta queja he ido dejando pasar los días, me he ido quedando quieta, callada, que es la mejor forma de que se disuelvan o se descompongan las cosas en la realidad…. Sin embargo no encontraba forma de quitarme del pensamiento, de sacarme de la cabeza, cierta sensación de remordimiento.

Y entonces tuve la impresión de oír un leve suspiro ahogado, un suave susurro que parecía diluido o escondido pero que cada vez escuchaba mas nítido….era la voz de mi abuela Y entonces con la fuerza invisible de los lazos familiares note como la memoria de mi abuela abría los agujeros de la mía y me di cuenta que no tenia ningún motivo para quejarme….¿Que había perdido yo que me legitimara para quejarme así?

Mi abuela también se llamaba Lola…Pero todos la llamaban Lolita. Nació en Sevilla en 1892.  Yo nunca la conocí.  Pero dicen,  que tenía tal gracia y salero que se conquistaba a todo aquel que hablaba con ella. Tenía unos envolventes y profundos ojos oscuros y tal fuerza y luz en la mirada que enseguida notabas como iluminaba y traspasaba todo aquello en lo que se fijaba

Al cumplir los 23 años vivía en Madrid, en la calle Bárbara de Braganza. Iba todos los dias a la Iglesia de Santa Bárbara, a pedirle a la virgen que tuviera la fortuna de encontrar a un hombre bueno que la quisiera mucho…no desistió en sus visitas  y al año lo encontró…Con 24 años se casó con un militar, inteligente, bueno, caballeroso y cristiano,  que la adoraba. La boda se celebró en su querida iglesia de Santa Bárbara….Era entonces la mujer más feliz del mundo.

Pero lo perdió…Los hombres entablaron una guerra absurda y cruel. La ambición y el descriterio de unos y la falta de lealtad de otros acabaron con su vida sin que ella supiera quienes habían matado a su marido, de que partido eran, ¿Sus compañeros y amigos? _Se preguntaba_. No podía ser. _Se respondía._

Ni siquiera pudieron volver a verse un momento,.. Ni siquiera pudieron despedirse…

Tuvo tres hijos. Tras perder al compañero de su vida, vivía sólo por ellos y para ellos. El mayor era el intelectual de la casa, buenísimo, cariñoso, todo nobleza, lealtad. Enamorado de su madre, con una simpatía y un don de gentes extraordinario, fino, correcto… Era su orgullo en una palabra… Pero lo perdió….. Su valiente hijo creyó que era su deber  estar siempre en la primera línea de fuego.

Pero nadie noto un rescoldo de amargura, un rastro de odio o un resto de desesperación en su profunda mirada. Y cuando terminó los cursillos de Teniente, pidió valiéndose de todos los medios a su alcance que le destinaran a las fuerzas de choque.

Mi abuela pensó que no le harían caso, que habría alguien en el mundo que cuidaría un poco de sus hijos, aunque no fuera más que como gratitud  y recuerdo de amistad a la memoria de su padre. No fue así.  Fueron al sitio de más peligro, al frente del Ebro. Y allí un día de gran fiesta en la retaguardia, el día del Caudillo, en donde todo eran músicas, celebraciones, homenajes y manifestaciones…su niño adorado daba todo lo que tenía por la patria; su juventud, su alegría, su optimismo, su talento y su vida entera. El agonizaba  solo, mientras los hombres se divertían y a su madre le fue negado el consuelo, de recoger su último suspiro y de estar con él en aquellos momentos

Mi abuela pertenecía a una buena familia y sus padres habían muerto recientemente con lo cual era importante el patrimonio que había heredado en joyas, muebles, cuadros, mantones de manila, alfombras etc. El 17 de Julio de 1936 hizo la mudanza de todo ello con destino a Granada. Ella partiría al día siguiente de Zaragoza, para encontrarse con su marido, en el nuevo destino al que se acababa  de incorporar…

Pero lo perdió todo…
Cuando reclamo sus pertenencias al seguro, éste le argumentó que en la letra pequeña del contrato, decía que en caso de pérdida, se harían cargo de todo, con la única excepción de una situación de guerra, donde no se harían responsables,….

A pesar de que su marido fue General de Brigada y su hijo Teniente de Regulares y ambos habían dado su vida por España, nunca percibió  pensión alguna. El Estado se la denegó por  no considerar a la solicitante pobre de solemnidad.

Tenía un tipo precioso, era delgada y alta.  Pero sin duda lo que más destacaba de su esbelta figura eran sus piernas, bien contorneadas, estilizadas y con tobillos muy finos. Ella siempre se sintió muy orgullosa de  sus piernas que le daban un airoso y elegante modo de andar. Y mi madre siempre me ha contado que los hombres se volvían cuando ella pasaba, atraídos por el garbo y la desenvoltura con que se movía al caminar

Pero también las perdió…
Una enfermedad que arrastraba desde su juventud, se agravó con el sufrimiento y tras una embolia fue necesario amputarle una pierna para salvar su vida, a la edad de 47 años. Su cuerpo que había atraído la mirada de tantos hombres y había vuelto loco a su marido, quedo roto e inmóvil y postrado a una silla de ruedas para el resto de sus días. Hoy en día con los avances médicos no hubiera sido necesaria la amputación.

El 14 de Febrero de 1958 su corazón no aguanto más. Había añorado a su marido al despertarse, al acostarse, al soñar y todos los días. Y al fin, un dia ,el día de los enamorados, se levantó de su silla y caminó otra vez, y no paró hasta fundirse en un intenso abrazo con su adorado marido y su querido hijo, mientras les envolvía un largo y dulce sueño…

Mi abuela sufrió, sufrió mucho en su vida. Pero nadie noto un rescoldo de amargura, un rastro de odio o un resto de desesperación en su profunda mirada.

Siguió irradiando luz en medio de la noche como una lámpara encendida. Transmitió alegría y nunca dejó de luchar.

Mi madre heredó esa alegría de vivir y ese espíritu de lucha. Alegría que ha seguido iluminando mi camino y que espero ilumine el de mis hijos…

Y ahora al ver los envolventes y profundos ojos oscuros de mi hija y al ver la luz y fuerza que irradia su mirada, le hago un guiño a mi abuela. Y sé que mi guiño le ha llegado a través de las vibraciones del tiempo y siento que ella me lo devuelve.

Y ahora todo se ha convertido en presente y acabamos las dos flotando en la misma esfera y apenas se diferencia entre el hoy y el ayer.

Siempre habíamos pertenecido a la misma película pero estábamos en diferentes escenas, sin embargo ahora siento que estamos en el mismo plano, estamos juntas, nos tocamos y ella me transmite toda su fuerza….

Es la fuerza de la herencia. Y no es la herencia genética. Es algo más.
Es la fuerza de los lazos familiares invisibles.
Es la fuerza de la lealtad familiar.
Es la fuerza de la familia que hace que sus miembros sean eternos.
Es la sensación de pertenencia que nace en la primera generación se instala en la segunda y se escapa a la tercera y la cuarta, son los lazos transgeneracionales.
Es la grandeza de la herencia que recibimos y mientras mejor la conozcamos y con más ganas la recibamos más grande será nuestra vida y mejor y más fácil será  nuestro camino

Y por eso, ahora sé con certeza que el país que les dejamos a nuestros hijos es y será mucho mejor del que tuvieron nuestras abuelas, nuestras madres o nosotras mismas. Porque ellos,  tienen el ejemplo, la sabiduría,  la fuerza, la lealtad y los lazos invisibles de la herencia que recibieron. Lazos que no se ven pero están. Y ellos, nuestros hijos, inspirados cada uno en sus propios lazos, construirán una España para quedarse: mejor y más unida.

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