La política versus las mujeres

Aviso para navegantes: En el caso de las mujeres políticas todo lo que expongo en este artículo, se multiplica hasta el infinito… Especialmente lo relativo a la doble moral y a ser el centro de atención en cualquier aparición pública o en la esfera privada: la imagen, vestuario, fotografías o circunstancias personales de mujeres eclipsan el desempeño de sus funciones. ¿Hasta cuándo?

Vaya por delante que conozco políticos y políticos de todos los colores ideológicos y de todo tipo: honest@s, trabajador@s, caraduras, sinvergüenzas, cualificad@s, narcisistas, inteligentes… Pero justo es reconocer que en la práctica, están más pringad@s de lo que parece.

No morir en el intento
Las llamadas a cualquier hora se suceden sin tregua y siempre toca estar de guardia. Acechan periodistas cargados de mala leche – que hay muchos, los buenos – con la pregunta puñetera a punto. Inviable no estar lúcidos para dar la respuesta correcta porque todo lo que salga de su boca es publicable.

Si estás en primera línea
Las intervenciones, declaraciones y ruedas de prensa son continuas. Los nervios de acero son imprescindibles para mantener la compostura en cualquier situación, y es obligado estar perfectamente documentado, informado e instruido de lo que pasó, está pasando y pasará.

La disciplina de partido
Es más férrea e inquebrantable de lo que se transmite de puertas para fuera. Como es lógico, es imposible que todos los que integran una estructura estén siempre de acuerdo al cien por cien con las directrices impuestas por la cúpula. Lidiar bien en política es tragarse muchos sapos. A diario. Y hay que tener un estómago muy fuerte para que tanto sapo no se atragante, para aprender a digerirlos y para ser capaz de no indigestarse los días que en vez de un sapo se tienen que tragar hasta tres o cuatro…

El control de los tiempos es otra de las claves
Las cosas deben hacerse en el justo y preciso momento, ni un segundo antes ni uno después. Eso implica tener una visión exacta y certera de los acontecimientos y su repercusión. Para acertar con los dichosos tiempos hay que tener, además, paciencia soberana. Pero alguien sabio dijo un día – “si tienes paciencia y te colocas en la orilla, tarde o temprano la corriente arrastrará el cadáver de tu enemigo” –

Cualquier toma de decisión implica una grandísima responsabilidad porque afecta a miles de ciudadanos y nunca va a llover al gusto de todos. Por lo que, hagan lo que hagan, lloverán las críticas de uno u otro sector.

Estén donde estén van a ser el centro de atención.
Son conscientes de ello en el ejercicio de sus funciones, pero de cena con amigos, tomando un café con ellos, besando a su chica o chico, enseñando a montar en bici a su hijo o haciendo la compra, son ellos mismos: la persona, no el personaje que representan.

La doble moral abunda
Lo que todos critican en público, la inmensa mayoría lo practica en privado. Y no se mide con el mismo rasero a los que están en lo alto del escalafón que a los que todavía están subiendo. Lo que a algunos se les tapa a otros les machaca.

Las luchas internas son feroces y despiadadas
El esfuerzo por alcanzar el poder es grande, pero el esfuerzo por conservarlo es ilimitado en recursos, habilidad y toda clase de artes. El poder deshumaniza. Si algunos dedicasen el mismo tiempo, empeño y energía en aportar soluciones e ideas para los ciudadanos en vez de maquinar como van a conservar el sillón, estaríamos mucho mejor gobernados. Conservar el culo en el sillón – en cualquier sillón – legislatura tras legislatura, es todo un arte. Requiere ingenio, contactos, tiempo, aliados, grandes dosis de hipocresía, en algunos casos cursos acelerados de cómo ser un buen trepa sin parecerlo, y una estrategia certera diseñada al milímetro. Y cualquier error, aunque mínimo, se paga caro.

¿A alguna valiente le apetece intentarlo todavía?

*Carmela Díaz es consultora en comunicación, especialista en campañas electorales.

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