La fortuna de L’Oréal tiene nueva dueña

 

Luego de casi 5 años de batallas judiciales, los bienes y la fortuna de la heredera del imperio L´Oréal serán gestionados por sus dos nietos y por su hija, Françoise Bettencourt-Meyers. Además, sus 88 años, Liliane Bettencourt fue puesta bajo la tutela del mayor de sus nietos, Jean-Victor Meyers

 

16.000 millones de euros

Los abogados de Bettencourt, tercera fortuna de Francia, a la que la revista "Forbes" atribuye un patrimonio de unos 16.000 millones de euros, anunciaron que recurrirán la sentencia, aunque ésta tendrá efecto inmediato. Sin embargo, la decisión no tendrá efectos sobre L´Oréal y la tutela no alterará los equilibrios del accionariado ni afectará a los acuerdos alcanzados en 2004 con el grupo suizo Nestlé, el otro gran accionista de la marca.

La Hacienda francesa reclamó inicialmente a Bettencourt 30 millones de euros por evasión fiscal, aunque se sospecha también que ocultó al fisco la posesión de una paradisiaca isla en las Seychelles. Las derivaciones del escándalo afectaron incluso al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy. Poco antes de que se celebrase la audiencia, el diario "Le Monde" reveló que los exámenes médicos en los que se iba a apoyar la sentencia señalaban que Bettencourt sufre una demencia y mal de Alzheimer en un "estado moderadamente severo", entre otras afecciones.

Evasión a la francesa

Con esta decisión judicial, la hija de Bettencourt se apunta una victoria que persigue desde 2007, cuando denunció por abuso de poder al fotógrafo e íntimo amigo de su madre François-Marie Banier, quien había recibido de la anciana cientos de millones de euros en regalos, obras de arte y seguros de vida.

El cisma familiar entre la anciana y su hija, que la acusaba de dilapidar su fortuna, hizo que en 2009 salieran a la luz más de 20 horas de grabaciones clandestinas registradas por el mayordomo de la heredera de L´Oréal. Las cintas, con las que se pretendía probar que el fotógrafo se aprovechaba del dinero de la anciana, hicieron que el escándalo adquiriese ramificaciones político-financieras que apuntaban directamente al entonces ministro de Presupuesto, Eric Woerth.

La justicia abrió media docena de investigaciones sobre Woerth, que al final abandonó el cargo tras descubrirse que su esposa trabajaba como asesora en la gestión de la fortuna de Bettencourt, quien se supone pudo haberse beneficiado de un trato fiscal favorable.

La Hacienda francesa reclamó inicialmente a Bettencourt 30 millones de euros por evasión fiscal, aunque se sospecha también que ocultó al fisco la posesión de una paradisiaca isla en las Seychelles. Las derivaciones del escándalo afectaron incluso al presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, al que se vinculó con una supuesta trama ilegal de financiación política de su campaña para acceder al palacio de Elíseo en 2007.

 

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