El Ciclo de Desayunos ESADE – Deloitte contó con la participación de Mónica Martínez Walter, presidenta de GMV, grupo español especializado en transferencia de tecnología aeroespacial a la vida diaria a través de grandes marcas. “Cogimos aquella tecnología que usábamos en nuestro trabajo diario y diversificamos; llevamos el correo electrónico, los sistemas de comunicación… a otros muchos ámbitos. El primer cortafuegos informático español lo diseñamos nosotros”¸ reconoce Martínez Walter.
“Cada sector conlleva un alto grado de aprendizaje y, de no ser por la ayuda de nuestros clientes, no habríamos podido sobrevivir en ninguno de ellos”, explica Martínez Walter. GMV reúne bajo las mismas siglas la condición de empresa familiar y multinacional, es proveedora de, entre otras, la NASA y nuestras Fuerzas Armadas, pero también de numerosas empresas municipales de trasporte o de los más grandes bancos en todo el mundo.
Desde sus comienzos, en un pequeño chalet en Aravaca, hasta hoy, con presencia en numerosos países, son muchos los sectores que GMV abarca y para los que aplica sus patentes. De ellos, Mónica Martínez Walter concede gran importancia al de la telemedicina: “Lamentablemente sigue habiendo muchos problemas de comunicación en África, Asia y, sin ir más lejos, en numerosos pueblos de Castilla. Nuestro objetivo es vaciar los hospitales y que los pacientes puedan ser diagnosticados a distancia” y, por supuesto, el de la tecnología aeroespacial, que en la actualidad supone el 50% de su negocio: “Pero saliendo a mercados globales, para no terminar recortando, porque la falta de inversión en nuestro país nos obliga a llevar a empleados a otros lugares y así poder participar en concursos internacionales”.
En cuanto a gestión, la presidenta de GMV destaca, además de la diversificación, la innovación: “Es un proceso gratificante, bonito, pero costoso…. Además, no sirve de nada si no se comercializa y eso te obliga a un diálogo constante con el cliente”. Y reconoce que, sin su plantilla, compuesta por 1.000 empleados en todo el mundo, la mayoría ingenieros, “no hubiera sido posible”: “La empresa familiar tiene esa ventaja, puedes transmitir los valores de una manera más sencilla, viviéndolos en el día a día”.
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