Cuando tenía cinco años quería ser como su abuelo: ´que nadie me mandase´. Eso dijo Isabel Allende en Casa de América. No sé si habrá conseguido su propósito, lo que me pareció al tenerla enfrente es que posee una presencia muy femenina y frágil y una mirada sensible que recuerda el aleteo de un pájaro inquieto.
Tras la introducción, de Carmen Chaparro, habló de su última novela La isla bajo el mar*, de feminismo, y de ella misma como narradora. Isabel Allende considera esencial atrapar al lector y no soltarlo. “Luego lo demás no importa” afirmó. Y así suele ocurrir en la mayoría de los libros de esta autora, al margen de su mayor o menor categoría literaria: Isabel tiene el poder de seducir al lector desde el comienzo de sus historias. Al crítico barbudo de turno, que pone en entredicho la categoría de sus obras, la escritora le recomienda que se vaya a ver las colas que la gente hace para conseguir su firma en los grandes almacenes. De eso no cabe duda: Isabel Allende vende y se lleva al gran público de calle. Personalmente he disfrutado mucho con algunos de sus libros y en el caso de La Isla bajo el Mar, ya va por su segunda edición.
Al margen de su mayor o menor categoría literaria: Isabel tiene el poder de seducir al lector desde el comienzo de sus historias.Transcurre la historia en la colonia francesa de Saint Domingue (Haití) durante el siglo XVIII, un lugar donde lo inhumano alcanzó sus límites más atroces. Esa zambullida en el horror le costó a la escritora enfermar del estómago aunque ahorre a su lector en la obra los detalles más crueles de la investigación.
La novela histórica –puntualizó Allende– facilita un tiempo y un lugar determinados y, si los detalles son correctos, el lector se sitúa en el escenario con facilidad. Manifiestó su gratitud hacia sus correctores de pruebas que atentos a los más mínimos detalles pueden darse cuenta, por poner un ejemplo concreto en La isla bajo el mar, de que una botella de ron resulta inapropiada en una época en la que sólo había barricas.
Regresaba Isabel Allende de Nueva York donde había asistido a una conferencia sobre feminismo y aprovechó para hablar de cómo hombres y mujeres invierten de distinta manera el dinero de sus aportaciones benéficas. Los hombres, generalmente, en instituciones que les dan prestigio o tienen que ver con su profesión como su universidad; las mujeres donan a proyectos menores implicados en temas sociales: infancia, mujeres maltratadas… A la hora de la crisis las instituciones patrocinadas por ellas, más modestas, pero con más proyección, han logrado sobrevivir.
También nos habla de microcréditos, ese milagro económico que se realiza en muchos países del Tercer Mundo. Señala que las mujeres que reciben el dinero lo invierten en una máquina de coser o en algo que revierte en beneficio de la familia, mientras que ellos tal vez lo utilizarán en algo más personal como una bicicleta o una radio. Además le llama la atención a Isabel Allende cómo se movilizan las nuevas generaciones de jóvenes mujeres para llegar a los encuentros internacionales, a las conferencias sobre temas que les atañen. Se informan por internet y aparecen desde los confines del mundo vestidas con sus atuendos típicos. Lejos ya del feminismo de Gloria Steinem hay una nueva corriente muy activa y renovadora. Destaca como libro sobre feminismo que la marcó en su momento La mujer eunuco de Germaine Creer. El feminismo no resulta sexy, manifiesta.
"Los hombres, generalmente, en instituciones que les dan prestigio o tienen que ver con su profesión como su universidad; las mujeres donan a proyectos menores implicados en temas sociales: infancia, mujeres maltratadas…"Preguntada acerca de cual es el libro que prefiere de entre lo suyos, responde: Paula. Su personaje favorito: Gregory Reeves de El plan infinito que escribió inspirada en la azarosa vida de su esposo Willie. Un libro que le gustó fue Cometas en el cielo de Khaled Hosseini, pero sobre todo valora las cartas de su madre que durante años ha ido recibiendo y guarda cuidadosamente archivadas. Esa correspondencia le ha servido como inspiración para inventar a muchos de los villanos y anécdotas de sus historias. Reconoce con humildad y sentido del humor que cuando en sus inicios le preguntaron por la estructura circular de una de sus novelas, respondió que la palabra estructura la escuchaba con frecuencia de labios de su marido, que era ingeniero, y que lo único circular o cíclico que se le vino a la mente fue su propio ciclo menstrual.
Hablando de realismo mágico atribuye a Juan Rulfo, y no a Alejo Carpentier, la creación de esa nueva dimensión de lo literario que antes no existía. Y afirma sin rodeos que, en literatura, la mujer necesita hacer el doble de esfuerzo que un hombre para ser reconocida. Atribuye un papel importante a los sueños en la elaboración de sus historias. Refiere uno de sus sueños en el que un bebé lloraba con voz de viejo lo que le dio la pauta para darse cuenta de que la voz narrativa de la historia que tenía entre manos resultaba inapropiada.
No sé si Isabel Allende se parece o no a su abuelo, lo que sí derrocha es un fino sentido del humor, intuición y desparpajo. Creo que es una Sherezade con una maleta llena de historias y vivencias: una mujer con equipaje, como diría el amigo Jesús Quintero.
∗ "La isla bajo el mar" de Isabel Allende se presentó en Casa de América el 17 de septiembre.
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