Semana a semana, un repaso rápido a la prensa en Internet hace pensar que el desarrollo de la tecnología es inversamente proporcional a la evolución de la inteligencia. ¿Ejemplos? El barómetro de junio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que nos informa de que casi un 40 por ciento de los españoles no lee nunca o casi nunca. Noticias tan tristes como ésta han pasado a parecernos algo normal.
Los medios de comunicación son un buen escaparate de cómo una idiotez se enlaza con un esperpento y así sucesivamente hasta ver quien dice o hace la mayor tontería. Para recomponer el puzzle después de la crisis hay que volver a establecer pautas básicas como premiar al que lo hace bien y castigar al que lo hace mal porque… ¿cuáles son las consecuencias del “todo vale”?
“La generación ni-ni” que ni estudia, ni trabaja, es un grupo integrado por españoles de entre 18 y 34 años que dice no tener proyecto alguno por el que sentirse interesado ni ilusionado.José Luis Barbería escribía hace unas semanas un interesante reportaje sobre un nuevo grupo social: “la generación ni-ni” que ni estudia, ni trabaja. Este grupo integrado por españoles de entre 18 y 34 años dice no tener proyecto alguno por el que sentirse interesado ni ilusionado. Un poco triste ¿no? ¿Qué futuro nos espera cuando un 54% de la población joven tiene esta postura?
Probablemente nada bueno si no hay revulsivos que cambien las cosas. Aunque nuestra sociedad es más rica, tecnológica, tolerante y democrática también ofrece dificultades para emanciparse, precariedad laboral, mileurismo e infraempleo. La sensación de incertidumbre hace caer en el desánimo.
¿Qué soluciones puede haber? Una fundamental es el fomento del espíritu emprendedor, algo para lo que las mujeres tenemos bastante capacidad. Aunque tenemos este espíritu nos da terror embarcarnos en algo nuevo porque siempre pensamos que necesitaríamos más conocimientos y más preparación. Este sentimiento de inseguridad existe tanto en las mujeres con un elevado nivel universitario como en las que tienen pocos estudios.
Una solución es el fomento del espíritu emprendedor, algo para lo que las mujeres tenemos bastante capacidad. Aunque nos da terror embarcarnos en algo nuevo porque siempre pensamos que necesitaríamos más conocimientos y más preparación.¿Más soluciones? Otra, probablemente, sea salir del individualismo que nos lleva a una atmósfera depresiva. Volver a estrechar los vínculos familiares también es una vía interesante para recuperar a esta “generación perdida” y creo que ahí también somos mejores las mujeres que los hombres.
En un contexto de superabundancia y superproducción ya nadie sueña con cambiar el mundo y las mujeres podemos desempeñar un papel destacado en la recuperación de los ideales. Esta “generación perdida” de “ni-nis” debe rebelarse y construir un modelo distinto al que nos han vendido.
*Lucía Casanueva es Directora de Portocarrero & Asociados.
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