Este fin de año, la tradicional noticia sobre la identidad del último nacimiento de 2010 y del primero de 2011, tuvo connotaciones que van más allá de la anécdota: las criaturas alumbradas a partir de las cero horas de 2011 nacen ya un poco más pobres. El año 2010 se ha llevado consigo el “cheque-bebé”.
Pero si los recién nacidos ya no traen un pan bajo el brazo, familias y ciudadanos tampoco están para echarse a bailar. Se suceden recortes sociales y se anuncian alzas desmesuradas en servicios básicos. Todo ello en un entorno social que no invita al optimismo: según el INE en su “Encuesta de Condiciones de Vida del año 2010”, los ingresos medios anuales de los hogares españoles descendieron casi un 3% respecto al año anterior; el 36,7% de los hogares afirma que no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos; el 20,8% de la población está por debajo del umbral de pobreza; tres de cada 10 hogares llegan con dificultad a fin de mes.
Si hablamos de violencia de género, los resultados son descorazonadores: No solo no se ha conseguido erradicarla sino que en 2010 el número de mujeres asesinadas se incrementó en 15 respecto al año anterior.
Este es el panorama que se presenta, mientras nos deseamos lo mejor para el año que empieza, hacemos balance de lo hecho y apuntamos buenos propósitos para el futuro. ¿Pero será 2011 un buen año? No parece fácil dar una respuesta optimista. Conviene no obstante, hacer balance de lo pasado antes de aventurarse a imaginar el futuro.
Una mirada a los resultados
Nada mejor para ello que volver nuestra vista a algunos tema clave, sobre los que se han centrado determinadas políticas. Los resultados no parecen muy ajustados a objetivos, por decirlo en términos empresariales, donde con esos baremos, los gestores tendrían bastante complicado mantener el puesto.
Si hablamos de violencia de género, los resultados son descorazonadores: No solo no se ha conseguido erradicarla sino que en 2010 el número de mujeres asesinadas se incrementó en 15 respecto al año anterior. De ellas, solo un 28% había presentado denuncia. Por si fuera poco, se detecta entre los jóvenes una preocupante tolerancia a las conductas violentas y machistas, lo que indica carencias importantes en la política educativa, que debería tener en la prevención de estas conductas, uno de sus pilares.
Y ya que hablamos de educación, tampoco salimos bien parados en las comparativas que miden el nivel de nuestros estudiantes y centros en relación a otros países. No solo no hemos avanzado sino que estamos peor.
Otra asignatura pendiente, la igualdad y la defensa de la mujer, pierden peso frente a otras prioridades y ven mermados los recursos dedicados. La desaparición del Ministerio de Igualdad es una muestra de esta tendencia.
Qué decir de política energética. Nada que objetar a que se trabaje en Pro de la sostenibilidad y el medio ambiente. Pero apostar temerariamente por unas energías renovables, hoy por hoy muy costosas y subvencionar alegremente sectores agonizantes, no solo constituye un despropósito; denotan poca previsión y escasa responsabilidad, ya que será el consumidor quien sufrirá en sus bolsillos las consecuencias; y no parece que pueda remendar el agujero simplemente privándose de un café.
De economía en su conjunto mejor no hablar. Además de las malas cifras con las que nos regalan las noticias un día sí y otro también, persiste la incertidumbre sobre un posible “default” que traería como consecuencia un rescate, En cuanto a empleo y trabajo, es difícil ser optimista. No sólo por el goteo de parados que incrementa mes a mes la cifra global, sino por el azote que el desempleo representa para las generaciones más jóvenes, que afrontan desanimadas un horizonte de precariedad e inseguridad.
De economía en su conjunto mejor no hablar. Además de las malas cifras con las que nos regalan las noticias un día sí y otro también, persiste la incertidumbre sobre un posible “default” que traería como consecuencia un rescate, como ya ha ocurrido en Grecia e Irlanda. Mientras, las dudas sobre el euro no acaban de despejarse.
La realidad no puede maquillarse
Solo nos queda esperar que quien se equivocó o mintió flagrantemente con anuncios reiterados sobre el final de la crisis, la aparición de brotes verdes, el comienzo de la recuperación y otros del mismo tenor, se equivoque una vez más al pronosticar que serán necesarios al menos cinco años para empezar a remontar; cambio de actitud que, por cierto, da qué pensar.
Aunque mucho me temo que solo es fruto de un retorno a la realidad, después de creer vivir en un país imaginario, en una realidad virtual cuya irrealidad, los hechos, se han empeñado en hacer patente. Asumirla, puede ser un primer paso para rectificar y conseguir unos resultados más alentadores que los citados más arriba. Aunque para ello haya que sustituir a algún “gestor”.
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