Elogio de la desobediencia

Ya estamos otra vez las de siempre escuchándonos a nosotras mismas. Se produce un pico de adrenalina porque alguien dice en voz alta lo que hay que decir, y si además es varón ¡qué bien que esté por la causa! Rara avis, pero ahí está. El tema es ¿Cómo hacer que crezca? ¿Cómo normalizar lo que todavía es excepción?

Yo soy por naturaleza optimista pero creo mucho en algo que escuché alguna vez: si no es por convicción, deberá ser por percusión.

La edad es lo que tiene, se ve mucho pero poco nuevo. La pelea por causas que no queremos perdidas, se renueva y pasa por etapas: esperanza, rabia, alegría, cansancio…

¿Cambian las cosas? Algo. Cuando llegué a España, hace 17 años, la mayor parte de las mujeres directivas y empresarias con las que trataba y a las que escuchaba ocasionalmente en pequeñas charlas o debates abiertos, se sentían ofendidas por la mera posibilidad de que se recomendara una cuota para impulsar la irrisoria presencia de mujeres en órganos de decisión.

Las cifras hablan

Hoy muchas de ellas aceptan que no hay manera sin las cuotas. ¡Hablan los números!

Los datos indican que las mujeres ocupan ya el 50% de los cargos intermedios.  Pero no alcanzan el 6% como CEOs de las empresas que cotizan en bolsa (OCDE) y en la UE apenas rozan el 4% . (OIT)

Los números ayudan y es una desgracia con suerte. Ángela Merkel, que revalida en estos días su liderazgo, en su momento también tuvo que rendirse ante la evidencia. Las cosas no cambian solas, quienes están en el poder no tienen en su mayoría, la conciencia de lo que significa la diversidad…Las mujeres no ejercen el poder que tienen para forzar el cambio y los hombres, no lo asumen como una batalla que les corresponda. Salvo honrosas excepciones.

Pero vamos a los datos… En los países desarrollados, hay una tendencia creciente de mujeres que llegan a las primeras posiciones en los diferentes campos de trabajo. Las niñas sacan mejores promedios en el ámbito educativo en todo el mundo. Las mujeres sin embargo siguen sufriendo exclusión económica. Sus ingresos son significativamente menores. Lo que ganan -brecha salarial, salario por igual trabajo- es inferior entre un  10% y un 30%.

Leo un informe de la OIT los datos indican que las mujeres ocupan ya el 50% de los cargos intermedios.  Pero no alcanzan el 6% como CEOs de las empresas que cotizan en bolsa (OCDE) y en la UE apenas rozan el 4% .

Yo soy por naturaleza optimista pero creo mucho en algo que escuché alguna vez: si no es por convicción, deberá ser por percusión.

El índice FTSE 100 también da pautas de que hay razones para preocuparse:  La representación de mujeres en los consejos de administración ha aumentado pero en los cargos de «directores no ejecutivos», descendiendo en cambio las que están como «consejeros ejecutivos» que según indica el informe, son «los que pueden actuar como mentores y agentes de cambio».

Mayoría en gestión de recursos humanos, relaciones públicas y comunicación, las mujeres acceden en menor grado en áreas como finanzas, operaciones y gestión general, y desde ya, en la alta dirección, donde se toman las decisiones más importantes. ¿En qué estábamos pensando?

¿El huevo o la gallina?

Siempre que me preguntan sobre quién es responsable de que tengamos que seguir hablando de lo mismo, de que no haya cambios, de que en momentos retrocedamos, digo que hay dos vías que corregir. Por un lado la de la sociedad, las empresas etc. que está claro que necesitan leyes para impulsar el cambio. Por el otro, la de las mujeres, que a tono con la inercia que impone la sociedad, se autoexcluyen o no se sienten capacitadas para asumir el poder. De esta manera, no responden a sus retos y sueños sino que se «acoplan» a lo que la sociedad dice que son. ¡Qué tristeza!

Diferentes estudios hablan del tiempo que llevará a las mujeres lograr la igualdad si no se trabaja a conciencia, si no se educa de otra manera, si no reclamamos, exigimos, ponemos el foco en lo que importa: de 60 a 200 años. Varias generaciones.

Yo aspiro a vivir mejor el pedazo de vida que me toca, y tengo la jactancia de pensar que podré cambiar las cosas a mi alrededor, en mi pequeño mundo cotidiano, en lo que tengo alrededor. Con el convencimiento de las razones y de la palabra. Pero si no es suficiente, con la «percusión» de la que hablaba.

Para no aburrir con el tema, opto por una llamada a la acción que hice cuando en 2014 presenté el libro «Mujer, poder y dinero» de mi amiga Alicia Kaufmann que arenga a las mujeres a que «tomen autoridad» y sean menos altruistas y abnegadas. Yo insto a que dejemos de buscar aprobación, que tengamos determinación para saber adónde queremos ir y en general, que seamos más impertinentes…y mucho, mucho más desobedientes.

Por nosotras, y por las que vienen detrás.

 

 

 

 

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