El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2024 ha reavivado el debate sobre el rumbo que tomará Estados Unidos en un contexto político y social marcado por la polarización y la incertidumbre.
Su retorno a la Casa Blanca plantea dudas sobre el futuro de las relaciones internacionales, la economía global y la estabilidad democrática en tiempos en que crece el descontento social en numerosos países. Para muchos, el regreso de Trump simboliza una reacción contra el statu quo y una crisis de representatividad en el sistema político estadounidense que también se refleja en otras democracias del mundo.
Con su estilo polarizante y un discurso que apela a las emociones de sectores tradicionalmente olvidados por las élites políticas, Trump ha conseguido consolidar una base de apoyo sólida que plantea desafíos no solo para Estados Unidos, sino también para el equilibrio de poder en el ámbito internacional.
Para comprender mejor las implicaciones de este nuevo ciclo, consultamos a cinco voces expertas que analizan el significado de este resultado para Estados Unidos y el mundo, trazando una radiografía del escenario actual.
Ellas son: Violeta Serrano, escritora, creadora de Escuela Savia y directora del posgrado en Literatura y discurso político de FLACSO Argentina; Verónica Fumanal, máster en Marketing Político y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona; Elsa Arnaiz, presidenta y directora general de Talento para el Futuro, graduada en Derecho y Relaciones Internacionales por IE University; Ángela Paloma, periodista, escritora, asesora de comunicación política, género y liderazgo femenino; Alicia de Haro, asesora política en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Las entrevistadas
¿Cómo interpretas el triunfo de Trump y cuáles crees que son las razones por las que se impuso?
Violeta Serrano, directora del posgrado en Literatura y discurso político de FLACSO Argentina
No es ninguna sorpresa para mí. El discurso del progresismo está girando en falso. No tiene nada que ofrecer a quienes no están pensando en cuestiones posmateriales sino puramente materiales: la gente fuera de las burbujas de quienes tienen sueldos altos no llega a fin de mes y, no sólo eso, es muy consciente de que no hay progreso posible ni para ellos ni para sus hijos.
El mundo cronológico tal y como lo conocíamos se ha roto, por lo tanto, no es creíble vender un progreso basado en un sistema del siglo XX que ya no existe más (si trabajas duro, tendrás una casa, un coche, una jubilación). Rota esa promesa, es necesario generar alternativas acordes a la velocidad del actual mundo: promesas que conecten con el aquí y ahora.
«El progresisimo no tiene nada que ofrecer a quienes están pensando en cuestiones puramente materiales»
Candidatos como Trump ofrecen un discurso desquiciado como es el mundo actual en el que cada cual debe salvarse por sí solo y el individualismo radical se percibe como la única esperanza real: si tengo suerte, triunfaré y podré salvarme, sino, seguiré siendo un muerto de hambre que suspira por quienes sí lo han logrado. En las zonas de la España olvidada, donde vivo, hace tiempo que el sentimiento de ofensa y abandono es tangible.
Hay mucho dolor y este tipo de candidatos conectan con ese dolor, aunque no sea algo razonable. Los votantes no somos racionales, somos fundamentalmente emocionales: sólo algunos votan con la cabeza, una gran minoría que, generalmente, intelectualiza el voto.
La masa sencillamente está harta y el hartazgo se está canalizando en personajes que saben manejar muy bien el lenguaje del siglo XXI, más aún cuando, en el caso de Trump, tiene de su parte a uno de los más importantes dueños de la comunicación de este momento histórico: Elon Musk, erigido, además, como un nuevo héroe que llega, con su tecnología, donde no puede el Estado.
De hecho, en el pueblo donde, yo misma fui ayudada por un votante de extrema derecha a conectarme a internet con Starlink porque no había otra opción. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Necesitamos encarar el problema y ofrecer soluciones diferentes y creíbles. Yo lo intenté pero no se me escuchó demasiado. Ojalá alguien logre conectar de nuevo con el dolor del lado de los derechos humanos porque, por el momento, la partida la está ganando quien se dirige hacia el totalitarismo y la uniformidad. Y eso, para quien se dedica a escribir y pensar, como yo, es el infierno mismo.
«El hartazgo se está canalizando en personajes que saben manejar muy bien el lenguaje del siglo XXI»
Elsa Arnaiz, presidenta y directora general de Talento para el Futuro, graduada en Derecho y Relaciones Internacionales
Yo creo que lo que sucede es que, tanto analistas políticos como todos los equipos del partido demócrata, no están sabiendo diagnosticar bien de dónde viene esa desazón y cómo paliarla. Porque es algo que viene desde hace mucho tiempo – no solo de la sociedad americana, sino de toda la sociedad global – y lo que hace es alimentar ese tipo de liderazgos populistas como los de Donald Trump.
Bernie Sanders ha hecho pública una carta en la que confiesa que no entiende por qué el partido demócrata se sorprende de que la clase obrera les haya abandonada, cuando han sido ellos los que han abandonado primero a la clase obrera.
Creo que nos estamos concentrando en las cosas erróneas, por lo tanto, nos adelantan por la derecha. No ayuda que Kamala Harris haya salido a rescatar al partido cuando ya era evidente que Biden no podía seguir al frente de la carrera presidencial. Eso ha hecho que sea un poco más caótico.
Pero es una carrera de fondo. El problema no es si es Kamala Harris o Joe Biden, el problema es de fondo. Esto ya es una tendencia que lleva tiempo. La razón de que Trump no ganase esa segunda reelección fue también por el hecho de que él no supo gestionar bien la pandemia. Si no hubiese estado esa situación de emergencia, seguramente haya sido reelegido. No fue porque el partido demócrata haya hecho bien la tarea o aprendido de sus errores.
«El partido demócrata no está sabiendo diagnosticar bien de dónde viene esa desazón y cómo paliarla»
Verónica Fumanal, máster en Marketing Político y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona
Trump lleva más de ocho años construyendo un sistema de medios de comunicación alternativos, en los que su «verdad» es la única versión ofrecida. Teorías conspirativas como la del Gran Robo han sido apoyadas durante cuatro años por un ecosistema mediático creado para moldear a la opinión pública, no solo a la tradicional republicana, sino a otros electores que están siendo manipulados para pensar que la migración es el origen de todos sus problemas, para considerar que la crisis climática es un invento de la izquierda, fundamentado en valores muy conservadores de comunidades como la evangelista.
Trump ha sabido imponer su pregunta de campaña y realizar un plebiscito en torno a su figura, absolutamente victimizada en este ecosistema de medios llamado MAGA (make America great again). Mientras tanto, el partido demócrata aguantaba a un candidato que era evidente que no podía aguantar el peso de la responsabilidad del cargo cuatro años más.
En el último momento y movidos por la opinión publicada y por la falta de donantes, pusieron a una mujer, de nuevo, en una situación imposible, en un acantilado de cristal. Mientras Trump llevaba 4 años de campaña, ella tuvo 4 meses, y aun así consiguió remontar los 12 puntos de diferencia, pero no fue suficiente.
«Trump lleva más de ocho años construyendo un sistema de medios en los que su «verdad» es la única versión ofrecida»
Ángela Paloma, periodista, escritora, asesora de comunicación política, género y liderazgo femenino
Sin duda, Trump ha ganado las elecciones. Pero quiero pensar que toda la sociedad ha ganado con la campaña de Kamala Harris. Hemos ganado porque hemos conocido a una líder, hemos estudiado cómo levantó una campaña electoral inédita en una semana, nos hemos adentrado en su historia personal y profesional, y ha hecho visible lo que la vicepresidencia hizo invisible.
Sobre el triunfo de Trump, más allá de datos y categorización del votante por Estados, quiero centrarme en lo que significa su victoria. Él llega haciendo campaña durante más de cuatro años. ¿A favor? El tiempo y toda la industria de la desinformación y la construcción de una opinión pública, basada en la opinión compartida, que ha sido legitimada en las urnas. No estamos ante un triunfo convencional. Nos enfrentamos a un nuevo modelo cultural. Estamos ante una forma de hacer política legitimada por la ciudadanía americana en las urnas.
Frente a él, una mujer negra que fue elegida cuando el partido demócrata rozaba el abismo y que no fue elegida ni por su sabiduría ni por sus éxitos… a tiempo. Y aún así, con una campaña a destiempo, demostró que se pueden hacer campañas para dar ejemplo y no para ganar a toda costa.
«Nos enfrentamos a un nuevo modelo cultural. Una forma de hacer política legitimada por la ciudadanía americana en las urnas»
Alicia de Haro, asesora política en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo
La democracia, como todo régimen, tiene sus luces y sombras; sin embargo, es el sistema más imperfectamente perfecto que hemos tenido en el mundo moderno. Precisamente son estas carencias las que el equipo de Trump ha sabido capitalizar en su campaña. Han conseguido transformar la frustración de una sociedad en rechazo al sistema político tradicional que se ha traducido en su victoria.
Bauman decía que «la democracia es la primera víctima de la desigualdad de hoy» y la victoria de Trump también es el resultado de esa crisis de legitimidad. Las promesas incumplidas de la globalización, las dificultades económicas de la mayoría social y la falta de respuestas eficaces a los problemas cotidianos han generado el caldo de cultivo perfecto para que los líderes autoritarios se presenten como figuras providenciales.
Es inevitable recordar a Levitski y Ziblatt cuando nos advertían en Cómo mueren las democracias, que la debilidad de las instituciones democráticas, sumada a la polarización y la erosión de la confianza, abre el camino para que figuras populistas encuentren su espacio en el poder.
Estas figuras prometen seguridad, orden y restauración de un sentido de pertenencia, pero, realmente, moldean a su favor los problemas sin abordarlos u ofrecer soluciones a largo plazo.
La polarización y la desconfianza en las instituciones, exacerbadas por la creciente desigualdad y las fake news, han permitido que una narrativa de “todo o nada” gane terreno. En última instancia, la victoria de Trump es mucho más que una victoria política, es un reflejo de un momento clave, que debe apelarnos a una profunda reflexión: ¿cómo podemos construir un futuro político que trascienda las divisiones actuales?
¿Qué factores han dejado a Kamala Harris nuevamente a las puertas?
Violeta Serrano, directora del posgrado en Literatura y discurso político de FLACSO Argentina
En primer lugar empezó muy atrás y como un segundo plato. A nadie le gusta que le den un segundo plato. Tuvo que remontar una imagen nefasta pero, sobre todo, tiene encima el mayor lastre: el disco rayado del progresismo que ya no se cree nadie. No puedes defender la paz cuando estás formando parte del gobierno de los Estados Unidos. Tampoco puedes hablar de igualdad cuando todo el mundo sabe que perteneces a la élite. Trump obviamente es mucho más elitista, pero no está engañando a nadie: es rico y promete que tú también lo serás. Da igual que no sea cierto: es mucho más creíble.
Kamala Harris hubiera sido probablemente una genial candidata en otro momento histórico en el que un discurso como el suyo no estuviese ya desgastado pero, lamentablemente, el progresismo reacciona muy lentamente para la urgencia que tenemos encima. Y sólo sabe confiar en lo que un día fue: no propone nada nuevo, sólo restituir un mundo que ya sabemos que no es capaz de volver a poner en eje porque no existe.
«Kamala Harris hubiera sido probablemente una genial candidata en otro momento histórico»
Y además, le pide a sus votantes que tengan una moralidad específica, que hablen de una determinada manera. Los artistas que apoyaron a Kamala viven en mansiones. La gente no es estúpida: ya no. Sabemos todo de todos. No conmueve un artista: conmueve un agricultor que no tiene nada. Y el progresismo no lo quiere entender, porque se le cae toda la estructura. Creo que es momento de que se le caiga, para que vuelva a poner en pie desde otro lugar y ese lugar, si me lo preguntan a mí, es sin duda el ecologismo, porque es la única lucha transversal creíble y urgente.
Elsa Arnaiz, presidenta y directora general de Talento para el Futuro, graduada en Derecho y Relaciones Internacionales
El sistema electoral de Estados Unidos tiene mucho que ver. Con un sistema proporcional no hubiese sucedido lo mismo porque las dinámicas son de suma cero. O ganas o pierdes. Creo que ha habido ciertos factores relacionadas con la gestión de la campaña. Por un lado, Kamala Harris se la ha criticado mucho porque no hablaba del contenido. Se decía que el contenido era continuista de Joe Biden, pero si no le dices a la ciudadanía lo que vais a hacer de forma contundente se van a ver persuadidos por otro tipo de discursos. Los votantes demócratas son más críticos en el sentido de que necesitan propuestas contundentes que Kamala no ha dado.
Hay mucho electorado joven que se ha quedado en casa porque no les terminaba de convencer Kamala por su posición respecto a Palestina e Israel. Al tener un electorado más critico que te pide que te posiciones, y tu lo único que haces es hablar con grandes palabras y sin ir al grano, pierdes votantes ahí. Hay mucha desafección de votantes jóvenes que vieron que Kamala no estaba diciendo nada.
Mucha gente se calla y no dice abiertamente que vota a Trump. Hay una marea silenciosa que, por pura vergüenza, se lo callan. Pero hay mucha gente que esta de acuerdo con las políticas económicas que quiere implementar Trump. El es muy claro con lo que quiere hacer. Nos guste o no. Es claro y lo dice de frente. El partido demócrata no ha tenido esta marea silenciosa que no dice nada por vergüenza porque saben que Trump es una figura poco aceptada. Por no diagnosticar bien de nuevo, se queda Kamala a las puertas.
«Hay mucha desafección de votantes jóvenes que vieron que Kamala no estaba diciendo nada»
La sociedad sigue siendo profundamente machista. Y ante la duda, la gente ha preferido votar a un hombre. Este es un análisis simplista y hablando en términos generales. Pero si es verdad que sigue costando votar a mujeres. Creo que Kamala ha sido un poco la víctima del partido demócrata para intentar salvar esta carrera presidencial.
Verónica Fumanal, máster en Marketing Político y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona
Seguramente no era la mejor candidata, quien sabe si hubiera ganado unas primarias con tiempo. Lo cierto, es que la pusieron en una misión imposible: alcanzar a un candidato que llevaba cuatro años haciendo campaña, con una campaña continuista respecto de Biden. Considero que su falta de posicionamiento claro en algunos temas como la guerra de Gaza han podido dejar mucho elector progresista en casa. Lo cierto, es que ella tampoco convencía, era un mal menor, y no se puede sostener el miedo como única baza electoral frente a un candidato que ofrece un futuro mejor.
«A Kamala la pusieron en una misión imposible: alcanzar a un candidato que llevaba cuatro años haciendo campaña»
Angela Paloma, periodista, escritora, asesora de comunicación política, género y liderazgo femenino
Para empezar, ni Victoria Woodhull en 1872, ni Margarate Chase Smith en 1964, ni Shirley Chisholm en 1972, ni Hillary Clinton en 2008 ni en 2016, ni Elisabeth Warren en 2020. Tampoco Kamala Harris en 2024. Ninguna lo ha conseguido. En el caso de Chase Smith, Chisholm o Warren es que ni siquiera lograron superar las primarias de su partido. ¿Ser mujer importa? Importa. Chisholm llegó a afirmar que había sido más discriminada por ser mujer que por ser negra.
Hace algo más de dos años era impensable que el partido demócrata se hubiese decantado por Kamala Harris, ni siquiera en unas primarias. ¿Por qué? Porque no contaba con la unidad de los poderes, especialmente el económico, ni con los lobbies. Podemos decir que como fiscal de distrito, como fiscal general e incluso como senadora ha tenido éxito. Pero su éxito, para suerte de la democracia, es incómodo para el poder.
Hillary Clinton ha sido la mejor mentora que ha podido tener para contrarrestar esta situación. Una buena campaña no siempre gana. Este es el ejemplo. Porque una campaña que atenta contra la democracia, aunque gane, no puede llamarse “buena campaña”.
Alicia de Haro, asesora política en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo
En este contexto, tanto la victoria de unos como la derrota de otros no dependen exclusivamente de las figuras individuales; el proceso electoral refleja un juego simbiótico entre candidatos y un contexto social complejo.
Uno de los principales desafíos para Harris ha sido el desgaste de la administración Biden. La avanzada edad del presidente ha eclipsado su figura, y Harris se percibe, para muchos, como la «vicepresidenta de un presidente senil». Por un lado, no quiso desmarcarse de su legado, por otro, tampoco lo reivindicaba; eso provocó que muchos vieran un «vacío de propuesta» en su campaña. Es importante mencionar, en este sentido, el batacazo que comportó perder el apoyo del sindicato de camioneros, el principal grupo árabe de Estados Unidos, y que históricamente había favorecido a los demócratas.
Además, su identidad como mujer negra, aunque representa la diversidad, no ha conseguido mover las sensibilidades de la ciudadanía. Algunos críticos también perciben en Harris un tono de soberbia que resulta distante de los votantes de clase trabajadora, que en los últimos años parecen no encontrar su sitio junto a los demócratas y han migrado al Partido Republicano, bajo el impulso populista de Trump.
Esta clase trabajadora ahora siente que sus preocupaciones no son atendidas. La campaña de Harris no logró transmitir cómo sus políticas beneficiarían a estos votantes. La pérdida de apoyo en los «swing states» y la disminución de puntos con votantes latinos, afroamericanos y jóvenes reflejan también su desconexión con los temas económicos y migratorios. Bernie Sanders subrayó esta fractura, señalando el creciente distanciamiento del Partido Demócrata de la clase trabajadora.
Harris se ha quedado a las puertas de consolidarse como una figura de cambio, en un momento en el que exige revisar las propuestas del Partido Demócrata para volver a conectar con una sociedad que parece haber perdido la esperanza.
¿Qué es lo que te ha impactado de los discursos de los dos candidatos?
Violeta Serrano, directora del posgrado en Literatura y discurso político de FLACSO Argentina
De Trump no me ha impactado nada: sigue con un discurso desestructurado y desquiciado acorde con los tiempos que corren. Me recuerda a la victoria de Milei en la Argentina: se vota lo que se siente y lo que se sentía allí era desesperación y desquicie que es lo que Milie representa. Trump representa esa América del Norte en la que los héroes son individuales, ser rico te posiciona para lo que quieras, incluso gobernar el país y punto.
De Kamala me sorprende que siga girando el falso, como digo, hablando de una esperanza que no conecta con casi nadie porque ya no la tienen. Se necesita regenerar absoluta y radicalmente los términos del discurso: ¿qué alternativa vital estamos ofreciendo que sea creíble? Insisto, la solución viene por la reconexión con el mundo natural que nos está diciendo a la cara, y cada vez más fuerte, que o miramos de frente a la naturaleza o estaremos perdidos. Trump también. Todos.
La fuerza de la naturaleza es lo único que nos va a salvar de la debacle porque nos obligará a torcer el timón y vivir de otra manera: eso es revolución y es regenerativo. Se puede y se debe vivir de otra manera, y es mejor. Pero significa cambiarlo todo. España podría hacerlo, no es tan difícil dada su coyuntura de infraestructuras, pero hay que querer.
«De Trump no me ha impactado nada: sigue con un discurso desestructurado y desquiciado acorde con los tiempos que corren»
Elsa Arnaiz, presidenta y directora general de Talento para el Futuro, graduada en Derecho y Relaciones Internacionales
Sinceramente nada. No me ha sorprendido nada. Lo que me ha sorprendido para bien es la carta de Bernie Sanders. Creo que es necesario aceptar voces críticas y contundentes con la estrategia que esta llevando el partido demócrata. Al fin y al cabo, las figuras como Trump tiene partes como su propuesta económica que puedes estar no de acuerdo, pero es un liderazgo autoritario y ha hecho afirmaciones que dan miedo que van en contra de la democracia y los derechos fundamentales.
Todo el tema del aborto es una lacra que tengamos que estar debatiendo derechos fundamentales de las mujeres como si fueran privilegios. No deberíamos estar debatiendo esto. Me ha gustado mucho ver que Sanders ha querido poner las cosas claras y hacer esa llamada de atención al partido demócrata.
Verónica Fumanal, máster en Marketing Político y licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona
Trump es Trump, discursos deslavazados, en los que entrelaza propuestas con anécdotas propias y de sus amigos. Él ejecuta no parecer un político y parecer una persona ajena a las instituciones que habla como un ciudadano medio. Todo está perfectamente pensado, para parecer uno más del pueblo frente a una Kamala con discurso absolutamente político e institucional.
Ángela Paloma, periodista, escritora, asesora de comunicación política, género y liderazgo femenino
Vivimos en la economía de la atención. Trump ha sabido rentabilizar esa atención. Esa es la campaña que ha ganado. Y el apoyo que ha obtenido nos demuestra que no se cuestiona la conveniencia de una ética que en democracia deberíamos exigir como ciudadanos.
De Harris, el descubrimiento de su liderazgo en una narrativa que intentaba contrarrestar barbaridades legitimadas socialmente con lo único que podía hacerlo: con ilusión y esperanza.
Un apunte final: como profesionales de la comunicación, el reto que tenemos ante nosotros es interpretar bien el comportamiento social y hacia donde vamos. Lo más valioso que tenemos es la democracia. Preservarla y fortalecerla es una obligación. Esta no es la victoria de un candidato o el triunfo de un partido sobre otro desde la rivalidad. Nos enfrentamos ante un nuevo modelo de sociedad, ser y estar, donde la creencia es considerada una realidad. Sus votantes viven en una realidad según la creen. Y lo que creen, no siempre es real.
«Como profesionales de la comunicación, el reto es interpretar bien el comportamiento social y hacia donde vamos»
Alicia de Haro, asesora política en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo
Ambos candidatos han demostrado estilos marcadamente opuestos. Mientras uno ha apelado desde su aparición a un relato de cambio y populismo, la otra ha buscado presentarse como defensora del status quo democrático.
De Trump, llama la atención su lema “Make America Great Again” –que inevitablemente nos recuerda al “Take Back Control” del Brexit– ya que ambos apelan a la idea de recuperar el poder perdido ante fuerzas externas. Estas estrategias de comunicación buscan canalizar el descontento a través de la nostalgia, de una propuesta que busca restaurar el orden nacional perdido.
Kamala, por su parte, quiso centrar la campaña en la gente: “freedom” y “for the people” como conceptos clave que hemos ido viendo a lo largo de la campaña. Una orientación que buscaba reivindicar los valores de una sociedad diversa e inclusiva.
Un punto de fricción importante entre estos dos enfoques es la visión de recuperar una grandeza perdida mediante el señalamiento a un enemigo externo, frente a otra visión que se reafirma en la justicia social.