Si pudiera, cambiaría de un plumazo la faz de la tierra. No me refiero al planeta. Él no necesita a nadie. Se organiza solo y sabe perfectamente cuándo y cómo tiene que llamarnos al orden. Hablo de nosotros. Los seres que lo habitamos. ¡Qué cansancio de humanidad! Siempre a la gresca cuando no por pitos, por flautas.
¡Basta ya de tanto conflicto y de tantos intereses creados en todas las direcciones! ¿Seremos capaces de evolucionar de verdad? ¿Para cuando energías conciliadoras y de unidad que nos permitan a toda la humanidad vivir en paz, armonía y amor? Pues, si me lo permiten, para ahora mismo. Como oí el otro día: “no te preocupes y ocúpate”.
¡EJECUTIVAS AL PODER!: LA CLAVE ESTÁ EN NOSOTRAS
Cuando escribo “ejecutivas al poder” no me refiero a mujeres de renombre en el entorno empresarial. Soy de las que piensan que en general, todas las mujeres somos ejecutivas con todas las acepciones que el término tiene en todos los ámbitos. Lo llevamos en vena. Será por aquello de que el hecho de ser madres (las que lo sean) o de que podamos llegar a serlo, nos convierte ya desde la cuna en potenciales organizadoras y orientadoras hacia el objetivo mal que le pese a quien sea. ¡Pensar, planificar, actuar! Con estilos diferentes pero, en cualquier caso, somos una especie de “todo en uno”.
Todas las mujeres somos ejecutivas. Será por aquello de que el hecho de ser madres o de que podamos llegar a serlo, nos convierte ya desde la cuna en potenciales organizadoras y orientadoras hacia el objetivo mal que le pese a quien sea . Todo ese potencial de nuestro sexo, unido a la capacidad que tiene para conmoverse y removerse cuando las emociones no encajan, se me antoja como la fuerza que necesita la raza humana para evolucionar hacia un estadio de paz y armonía absolutamente imprescindible ya en los tiempos que corren. Sí, definitivamente: ¡la clave está en nosotras!
Eso no quiere decir que haya que abolir la energía masculina de la toma de decisiones, no. Tanta falta hacen unas fuerzas como otras. Equilibrar ambas nos llevará al éxito.
CADA UNA A SU MANERA
Unas creemos en la magia de las pequeñas cosas, otras se sienten mejor planificando a lo grande. Unas disfrutan empleándose a fondo en el diseño de un plan de negocio, otras prefieren diseñar interiores, o alimentar a sus hijos y cuidar a sus hombres. Unas no quieren ni oír hablar de ocupar puestos de relevancia en la escena política, otras se mueren por ello. ¡Qué más da!. Cada una a nuestra manera gozamos de un poder inmenso por mal que nos trate la vida o por bien instaladas que estemos en ella.
Lo que nos hace diferentes no es lo que nos rodea, es lo que llevamos dentro y eso es sobre lo que tenemos que trabajar si queremos ayudar a que la raza humana evolucione en positivo para sí misma. A eso es lo que yo llamo construir el cielo en la tierra.
SUPERAR LOS MIEDOS Y SER POSITIVAS: ¡NO QUEDA OTRA!
¿Estamos preparadas para enfrentarnos a la pérdida de todo lo que tenemos como sucede en todos los rincones del planeta con muchos seres humanos cuando se produce una tragedia natural? Pues no. No lo estamos. Tenemos miedo. Es un ejemplo extremo pero me sirve para lo que quiero contar.
El miedo es la emoción de referencia que hay que trabajar como elemento perturbador número uno. En el quehacer diario (no hablo de situaciones extremas) si actuamos guiados por el miedo lo hacemos defendiendo nuestros intereses frente a lo que nos lo produce y eso nos genera un caudal de energía negativa que lo impregna todo a nuestro alrededor.
Siempre hay razones para tener miedo y perder la esperanza (el segundo componente esencial en el camino hacia el “ser positivo” en este baile de ingredientes que es el ser humano). Cierto, que a peores circunstancias de vida es más difícil contar con los dos pero también es verdadero que tenerlo todo no te los garantiza en absoluto.
Superar los miedos y cuidar nuestras ilusiones para que la esperanza esté bien alimentada nos ayudará a construir en positivo beneficiando así a todos los que se encuentren en nuestra “área de influencia”. ¿Lograremos por fin que los talantes se apacigüen y que la armonía, la paz y el amor se conviertan en el denominador común del comportamiento humano? ¿Quién sabe? ¡Mejor pensar que sí! Pasarán décadas pero tenemos que pensar que el Cielo en la Tierra se hará realidad.
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