Aunque la relación esté rota, la economía determina que hay que amontonarse. Así lo indica un estudio en EEUU donde las familias optan por vivir bajo el mismo techo aunque la relación haya terminado.Y por casa ¿cómo andamos?
Se sabe que las crisis determinan el cambio de ciertos hábitos e impulsa otros nuevos. En este caso, la que afecta a la inmobiliaria y los datos del desempleo estarían haciendo de esta tendencia una epidemia que no conoce fronteras. Las familias se reagrupan bajo el mismo techo forzando a parejas disueltas de hecho, a continuar juntas.
Un estudio de hace menos de un año atrás de la Coalition for the Homeless (Coalición Nacional para los Sin Techo) ya indicaba que más de un 75% de propietarios o inquilinos de una vivienda se veían en la necesidad de "agruparse" con familia o amigos a la par que crecía la gente que se quedaba en la calle.
Según el censo de 2007, casi 3,5 millones de personas vivían ya en casa de sus hermanos -en comparación a los tres millones del 2000-, 3,6 millones de padres viven con sus hijos adultos -frente a los 2,3 millones de 2000-, y 6,7 millones de dueños viven con sus familiares -en 2000 eran 4,8 millones.
La baja de los divorcios -indican los analistas- responde a causas similares. Las parejas se ven en figurillas para vender la casa en común donde vivía la pareja y esto está determinando una cifra de un 40% menos de trámites de divorcio.
La necesidad tiene cara de hereje dicen algunos, mientras otros responden que es sólo pragmatismo.