Equívocos
"Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Hay quien lo dice con convencimiento, como si realmente hubiera tenido el control sobre lo que ocurría. Como si pudiera decidir cómo solucionar los problemas derivados de actuaciones que no frenaron quienes tenían, no solo la posibilidad, sino la responsabilidad de hacerlo.
Nos engañan, pero no nos engañemos. Ahora sabemos más. Las causas del desastre están perfectamente explicadas en documentales (Inside Job), libros y en artículos de periódico. Da igual el color ideológico, solo hay que leer, pero a veces da miedo. Hay quien no quiere saber todo el horror de lo que pasa porque es demasiada verdad para tan poca actuación personal posible.
La verdadera causa de lo que está pasando está en la perversidad de quienes tienen la posibilidad de aprovecharse de otros seres humanos y lo hacen sin ningún pudor.En cualquier época y en cualquier lugar hay personas que quieren aprovecharse de las demás. Antes se utilizaban reinos o imperios, ahora entidades financieras o empresas, pero detrás de cualquier organización siempre hay personas. A veces personas que deciden pensando en su beneficio a costa incluso de la desgracia ajena. La verdadera causa de lo que está pasando está en la perversidad de quienes tienen la posibilidad de aprovecharse de otros seres humanos y lo hacen sin ningún pudor. Las herramientas para conseguir los objetivos pueden ser las armas que matan, pero también, como ocurre ahora, la economía que somete a países enteros sin que la sangre manche las manos.
Nada es gratis
Aunque negar el progreso alcanzado hasta ahora en algunas sociedades como la nuestra sería necio, el abuso sigue formando parte del ejercicio del poder. Cuando una sociedad alcanza cierto nivel de bienestar dedica parte de sus energías a demandar más control y a cuestionar las decisiones que se toman en su nombre. Ésa es también una de las razones por las que, cuando empezábamos a disfrutar de lo logrado, viene la crisis. Se trata de llevarnos de nuevo a la precariedad, a la mera subsistencia para que, preocupados por sobrevivir, no hagamos preguntas incómodas.
Cuando dentro de unos años todo esto pase, porque pasará aunque no sepamos de qué manera y ni siquiera preveamos con qué resultado, lo que leamos sobre lo que ocurrió no podremos reconocerlo. Nos hablarán de causas que ahora sabemos que no son y de personajes que aparecerán como los salvadores aunque ahora sabemos que son causantes o cómplices.
De bienestar o no, pero Estado
Se han empeñado en que este año no sea próspero y lo van a conseguir. Es extremadamente fácil hacer que algo se degrade. Las decisiones de estos últimos meses y las que se avecinan sirven para que el Estado deje de cumplir funciones básicas que le dan sentido.
La protección de los ciudadanos es una de esas funciones que le dan razón de ser y el Estado empieza a hacer demasiada dejación de funciones. Incluso gobiernos autonómicos empiezan a ignorar la ley con la excusa de la crisis. El Estado de bienestar es la víctima, no la causa de los problemas. Es un viejo conocido el truco de hacer creer que la víctima es culpable.
Quien haya leído a Dickens sabe que las propuestas que vienen llevan a la sociedad a una meta que parecía olvidada. Tampoco es casual que quienes han provocado la crisis sean los mismos que dictan las recetas para salir de ella.
Es fácil renegar del Estado porque tiene muchas fisuras. A menudo es tremendamente injusto y casi siempre está al servicio de quienes ejercen el poder. Pero la historia y la experiencia pasada demuestran que si no existe es peor. Para quien tenga dudas, que examine nuestro pasado o el presente de algunos lugares del mundo. Si no hay Estado, el poder lo ejercen sin sutilezas los que no reparan en nada para conseguir sus objetivos. En esas circunstancias siempre pierde la mayoría, la que no quiere riqueza a cualquier precio.
*Teresa Pascual Ogueta, es Ingeniera de Telecomunicación y escritora. Conferencista, autora de libros y publicaciones, se especializa en el análisis crítico de la realidad.
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