Ciudad Juárez, Mexico: “Nuestras hijas de regreso a casa”

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El único negocio que florece en Ciudad Juárez es el de la conducción y entierro de difuntos:  de algún que otro difunto e infinitas difuntas. Puede incluso que lo realmente rentable sea la confección de la muerte en sí misma.

Porque  las dimensiones de los crímenes en esta ciudad del norte de México, son tan grotescas e inhumanas, que llevan a unos y a otros a pensar en ciertos negocios poderosos y enfermos.

Puede que hubiera una época plácida en la que las mujeres, sin escolta ni rodillas temblorosas,  acudieran al Río Bravo a lavar la ropa e incluso a bañarse ellas mismas. Pero si existieron tiempos así, poco tienen que ver con los actuales. Lo que inunda hoy esta localidad del estado de Chihuahua, son olas de asesinatos sórdidamente parecidos entre sí, aparentemente irresolubles.

Hay quienes señalan que para ahondar en el origen de la masacre, hay que descender hasta los infiernos más abismales de la mente humana.Hay quienes señalan que para ahondar en el origen de la masacre, hay que descender hasta los infiernos más abismales de la mente humana. Otros, de forma más simplista, apuntan a los tentáculos opresivos del narcotráfico.

La constancia e intensidad de los asesinatos han llevado a los investigadores a tachar la situación de feminicidio. También han sido la causa de que Ciudad Juárez ostente el altivo título de ciudad más peligrosa del mundo en varias ocasiones. Las matanzas impunes la han convertido en ese lugar de semáforos grises en el que si hay perros son callejeros y, si hay transeúntes, hace tiempo que perdieron la vista y la voz.  Juárez: punto de encuentro de unos cuantos  muertos e inagotables muertas. Indignos todos ellos de unas breves líneas de periódico

Estudié los horrores del feminicidio en la universidad. No en la de México sino en la de un pueblo minúsculo y estérilmente seguro de la gélida Baviera, Alemania. Supongo que todos los españoles que estábamos matriculados ese año en Marketing & Comunicación, acometimos esa asignatura con gusto; presas de un arrebato morboso de contrastes: España, Alemania, México. Crímenes.

El curso nos proporcionaría la miserable cantidad de dos créditos de libre configuración. No he conseguido retener el nombre del profesor que la impartía… más allá del acabado en “achen” de su apellido, pero si recuerdo que había hecho su tesis en el lugar del crimen. Sus ojos bávaros habían sido testigos de la mayor de las infamias… ¿chicana? ¿gringa?¿política?

Hay algunos investigadores que mantienen que el “sello” feminicidio sólo se hace posible cuando hablamos de brutalidad organizada acompañada de odio hacia las mujeres y (más importante aún) la pasividad escandalosa de las autoridades.

En Juárez parecen darse todos los supuestos. Las muertes suelen ser, además, macabramente parejas. Mujeres jóvenes y de escasos recurso que pueden llegar a tener una apariencia física similar. Morenas y chaparritas. De aire indígena y jornadas de trabajo interminables. Sin ningún poder social en cualquier caso.

Las cifras son tan abultadas como inconsistentes. Varían ostensiblemente según las fuentes ¿3100 víctimas en 2010? ¿300 en el primer mes y medio de 2011? Las únicas voces que parecen alzarse realmente unidas e incómodas son las no gubernamentales. Las de las familias desmembradas que gritan “¡Nuestras hijas de regreso a casa!

Mantenemos la esperanza de que algún día se haga justicia con la desaparición y muerte prematura de nuestras hijas, ya que sería la única forma de recuperar nuestra propia vida. Solidaridad para quienes, sin ser nuestras compañeras, comparten ahora mismo la pena de haberles arrancado un pedazo de su vida.

Nuestras Hijas de Regreso a Casa, A.C.

 

http://www.mujeresdejuarez.org/

 

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