En el hormiguero electrónico, ¿dónde están los lomos? Esta era la pregunta que se formulaba John Updike en su artículo “El fin de la autoría”. La mesa redonda, celebrada en el Instituto Cervantes de Madrid, contó con el escritor Lorenzo Silva, el periodista y editor Basilio Baltasar, y la investigadora Laura Borràs que analizaron el papel del blog como herramienta de comunicación en Internet.
…los Cahiers de Valéry o el Zibaldone de Leopardi ¿serían un gran blog? Literaturas del yo como fenómeno de la modernidad: cuadernos, diarios, epistolarios ¿son literatura?, ¿quién es el autor?Ante la colisión entre máquina y literatura la crisis está servida. Las reflexiones gravitan entre discursos visionarios y profecías de condena en el más puro estilo ludita. No obstante “tenemos que seguir viviendo a pesar de que los cielos se hayan desplomado sobre nosotros” diría ya D.H. Lawrence en El amante de lady Chatterley, tal como citó Laura Borràs. ¿Qué hacer ante las nuevas tecnologías? Parece que los medios transforman pero no eliminan a sus antecesores. ¿Seguiremos asociando el libro, algo tan familiar, a determinado soporte? Seremos, tal vez, como aquellos monjes medievales que, acostumbrados a la continuidad del rollo, al pasar las páginas de los nuevos códices “perdían el hilo” ante los márgenes o las ilustraciones.
El futuro ya está aquí. Algunos padres de la generación bisagra contemplan cómo sus hijos pequeños nadan a sus anchas en lo que se les antoja un océano caótico en el que la fiabilidad de la información no está garantizada. En palabras de Harold Bloom: “¿quién diferenciará cuanto flota en el océano de muerte, en el caos universal?” Parece, una vez más, que Yahvé ha muerto, que ya no existe quien separe la luz de las tinieblas. Pero: ¿no implica ello la idea de que el usuario ha de ser más crítico, más formado, para ponderar y discernir lo que se le está ofreciendo en la red y cómo buscarlo, puesto que recae sobre él esa responsabilidad? ¿No constituye esto un estímulo para tratar de conseguir ese nivel crítico en el ciudadano? Internet ofrece todo tipo de información, constituye un espacio de libertad en el que podemos encontrar basura pero también arte, creatividad, rigor académico. La red es un paraíso en el que podemos tomar los frutos que deseamos y en el paraíso aparece siempre la sombra serpenteante del pecado. En el paraíso, al cabo, siempre aparecen las preguntas, las mismas viejas preguntas. En este caso son: ¿dónde está la literariedad?, ¿de qué depende?, ¿qué le da la condición de texto literario a un texto? Esas y otras muchas. Tecnología no implica necesariamente innovación, por eso debemos preguntarnos por el valor añadido de las nuevas tecnologías. Internet democratiza procesos que antes estaban restringidos: cualquiera puede crear hipertexto con imágenes, cualquiera puede tener un blog y dialogar en diálogo trovadoresco, comenta Laura Borràs, con otros bloggers. Los caminos también se recorren en sentido inverso y el contenido de mi blog puede convertirse en un libro y pasar de la pantalla al papel. Los lectores de libros también tienen la mirada puesta en la red.
Tampoco el mercado de la literatura, en su soporte convencional, ofrece una garantía de calidad. ¡Cuántas censuras se nos han impuesto y cuantos errores contienen determinados textos que consideramos canónicos! El blog como escritura íntima expuesta a un universo de lectores. Literaturas del yo. ¿Habrá que reformularse ese fenómeno? Evidentemente. Imaginemos la propuesta de la profesora Borràs durante su intervención: los Cahiers de Valéry o el Zibaldone de Leopardi ¿serían un gran blog? Literaturas del yo como fenómeno de la modernidad: cuadernos, diarios, epistolarios ¿son literatura?, ¿quién es el autor? Te invito a que lo averigües si no lo has hecho ya; navega por la red, busca, complácete en errar por sus caminos intrincados. ¿Acaso eso te impide la compañía de un buen libro? No te dejes disuadir por las elegías a Gutenberg y celebra el nacimiento del “wreader”, el co-autor que participa y enriquece los textos digitales, el participante en tertulias virtuales. Contamos con herramientas que permiten recibir información actualizada, vincularnos a otras páginas, obtener datos de aulas documentadas de investigación (mashups, RSS, ADI).
“No se puede hacer arte sin una cierta resistencia de los materiales”. Esta frase de William Morris, destacada con muchísimo acierto por Laura Borràs, subraya, frente a un optimismo desmesurado, el esfuerzo necesario para llegar a obtener ese sentido de la excelencia que, en palabras del ponente Basilio Baltasar, requiere la verdadera cultura. Hay dos elementos que caracterizan la cultura Google: el anonimato y la gratuidad. Y eso, según Baltasar, que coincidiría con Bloom, implica un riesgo de destrucción. El usuario no paga y por ello está descalificado para reclamar. Hay aquí una evidente perversión monetarista no exenta totalmente de razón. También el periodismo digital puede implicar la desaparición del periódico tradicional, opina Baltasar. La edición digital del New York Times vende muchos más ejemplares que la edición en papel. Habría que encontrar en Internet una fórmula de negocio para seguir financiando los gastos que supone contratar corresponsales expertos o articulistas de prestigio. Está claro que hay una problemática que habrá que abordar.
Respecto al planteamiento canónico Silva y Borràs aducen que son mayores las ventajas que los riesgos. Tampoco el mercado de la literatura, en su soporte convencional, ofrece una garantía de calidad. ¡Cuántas censuras se nos han impuesto y cuantos errores contienen determinados textos que consideramos canónicos! Habrá pues, ante el reto informático, que revisar los cánones, ser usuarios y lectores más críticos y más responsables. También, quizá esté surgiendo una nueva ética en virtud de la existencia de fenómenos como los hackers que, a menudo ofrecen gratuitamente valiosos recursos a los usuarios, frente a los crackers o destructores del sistema. No hay que limitarse a ser meros moralistas culturales (como bien los define Umberto Eco) sino profundizar en las relaciones virtuales y sus consecuencias: la modificaci&
oacute;n de la relación entre lectores y público, el conocimiento inmediato de respuesta por parte del autor, la ferocidad de los comentarios contra los bloggers… Habrá que ser “vigilantes de las metamorfosis”. Esta vez la referencia a Elias Canetti es del escritor Lorenzo Silva, autor, entre otras, de la novela El blog del Inquisidor. Se le nota entusiasmado y a favor de las novedades tecnológicas. Como escritor considera que su página web le ha dado más satisfacciones que disgustos y la considera un instrumento muy enriquecedor para conocer opiniones de los lectores a los que, incluso, ha sometido finales alternativos para sus novelas (El fin de la suerte). Para su sorpresa, las preferencias se volcaron en uno de los que él rechazaba. De alguna manera se está cediendo soberanía al lector, se suman recursos y la creación se hace colectiva como en el cine o la televisión. Se puede prescindir de intermediarios, censores, barreras, ampliar la distribución y construir una respuesta distinta frente a la percibida por los medios o los profesionales.
Y, para terminar este interminable debate, una última cita. Esta vez de Roland Barthes:
“Hay siempre una intimidación en la modernidad pero hay que tener una actitud de disponibilidad hacia ello”. Pero mi texto queda abierto, el debate puede continuar en la sección “comentarios”.
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