¿Y qué es eso?. Pues para cada uno una cosa diferente. Según sean sus prioridades, su código de valores, su herencia cultural y un largo etcétera que no sé dónde termina. Lo que sí se es que no se puede amar a medias. Hay que hacerlo de cuerpo entero. Y si no sale bien, habrá que llorar lo que haga falta, limpiarse los mocos, y hacer una cosa que yo llamo "quedarse morida" . Juego con el verbo morir porque no quiero tratarlo en serio. La expresión me consuela e invita a la ternura porque me deja sentirme niña y así, cuando las heridas aún están abiertas, el dolor fluye y me recorre entera con más facilidad para irse por el sumidero cuanto antes. No olvidemos que el pacto con la vida es no dejar que se quede dentro.
La búsqueda
La aventura de encontrar al ser amado cobra en estos tiempos talla de epopeya épica. Al menos para unos cuantos que ya son legión, a juzgar por lo que trae y lleva la red. Lo cierto y verdad es que si lo que encuentras se ajusta a tus expectativas y te satisface, ¡pues mira tu que bien!.
La aventura de encontrar al ser amado cobra en estos tiempos talla de epopeya épica. Es un buen recurso para paliar soledades que te ayuda a saltar fronteras y llegar al mundo. Y una vez ahí las matemáticas se imponen y difícil será que no encuentres lo que buscas.
Sin quitar ni pizca de mérito a las nuevas tecnologías, he de decir que en estos asuntos del querer a mi me gustan otras recetas. Dejar que la vida me sorprenda en las cosas que elijo que lo haga me hace sentirme libre y ese es un valor al alza en cualquier caso. Así que sustituyo la red por lo que yo llamo "manos invisibles". Pido, me olvido de lo pedido y si llega, ¡genial! (Keanu Reeves no se me ha aparecido todavía).
Encontrar a una persona digna de tu amor es un regalo que te hace el universo de una envergadura arrolladora. Hasta tal punto hermosa, que no conoce barreras de ninguna clase. Por la energía positiva que te genera te conviertes en alguien capaz de transformar el mundo y construir planetas llenos de verde en desiertos de cal y arena.
Soltar lastre
El amor en pareja no entiende de muchas cosas. Es imprevisible. Va a lo suyo. Como un huracán. Encuentros y desencuentros . Que si sí. Que si no. Los fantasmas, cuando los hay, danzan y avanzan en clave de prejuicios y pautas culturales aprendidas a lo largo de nuestra infancia. ¡La pesada herencia de nuestros mayores!. Lastres que hay que soltar cuando lo que te llega te enfrenta a lo que esperabas. Sí , una fórmula fácil de enunciar pero enormemente difícil de ejecutar si lo que quieres hacer es amar a lo grande.
Soltar lastre es un viaje en soledad para el que no hace falta mucho equipaje, pero sin los mínimos imprescindibles, la travesía se torna imposible. ¿Y qué meter en la maleta?. ¡Pues no sé qué decir!. Depende de adonde quieras ir. No es lo mismo un destino de mar que de interior. Si se me permite el símil. Yo pondría, además de mi cepillo de dientes, mi particular "caja de las palabras": ¿quién soy realmente y qué me hace feliz de verdad?. Marcaría el rumbo y, con tesón de artesano viejo, no pararía hasta llegar a puerto. Por último pintaría el mundo con mis colores y hundiría mis manos en la tierra para construir jardines de gloria en los que habitar y amar en limpio el resto de mi vida.
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