Adiós a Florentina Gómez Miranda: Del voto femenino a Cristina Fernández

A los 99 años murió, Florentina Gómez Miranda, diputada nacional radical por dos períodos desde dónde fue parte de grandes logros para el avance de la igualdad: patria potestad compartida, pensión para la concubina y para el viudo, divorcio, cese del ‘señora de’, durante 1984 y 1991. Fue velada en el Congreso Nacional. En Artemisa Noticias la recordaron a través de una entrevista que Sonia Santoro le hizo en 2006, aquí un fragmento de las palabras que en aquella oportunidad pronunció esta  maestra, abogada, política.

Su plataforma siempre han sido los derechos de las mujeres. ¿Desde cuándo? Desde que nació y se crió en una familia con 6 hijas mujeres y 2 varones, y soportó que los hombres fueran criados con privilegios por el solo hecho de haber nacido del sexo dominante. Esta hija menor de padres maestros -su madre era una profesora de historia y geografía y su padre era vicedirector de la escuela; ella era católica, él era masón- vivió hasta los diez años en Olavarría.

¿Su mamá trabajaba afuera?

Sí, yo en mi casa vi siempre trabajar. Las mujeres fueron maestras, la única que siguió carrera universitaria fui yo. Yo era feliz. Fui maestra en un pueblito, Salazar, cerca de Pehuajo. En realidad, yo vine a La Plata y me recibí de maestra. Y ahí fue mi primer acto de rebeldía, yo era buena alumna, no tenía mala conducta nada. Mi hermana mayor me hacía sufrir porque en las clases de canto ella se ponía abajo del piano con otras. Yo sufría.

¿Nunca hizo travesuras?

No. Entonces, cuando me recibí de maestra, con el mejor promedio, todo el mundo creía que yo iba a seguir el profesorado. Pero no me inscribí porque estoy cansada de sentir el timbre, de entrar a clase, no quiero saber nada. Pero mi padre falleció y tuvimos que salir a trabajar. Entonces fui a esa escuela, que tenía hasta cuarto grado. En el pueblito de Salazar no había luz. Ganaba 130 pesos, pagaba la pensión, me cubría mis gastos y mandaba plata a casa pero ¿sabés cuánto costaban los zapatos? 1,39.

La verdad que a Eva Peron le faltó cultura. Si hubiera tenido cultura hubiera sido una extraordinaria mujer… fue una extraordinaria mujer. Todo lo que hizo fue en venganza de lo que ella pasó, fue una resentida y una resentida salvaje. No tenía cultura y no encontró freno".O sea que ganaban bien, ¿en que año?

En los 30 y tantos.

O sea que el dicho ‘más hambre que maestra de escuela’ es posterior. ¿Qué pasó?

Sí, la ley 1420 no se cumplió, falta de educación. La crisis viene de entonces. Ahora la gente se preocupa de economía pero si tenés una persona talentosa en economía pero no es honrada no tenés nada. Nosotras éramos radicales de familia pero yo no estaba afiliada porque no tenía el voto. De modo que yo decía los hombres son poco inteligentes. Primero, hay que prepararse para ser presidente, no cualquiera puede ser presidente. Si yo me preparo para ser presidenta, qué es lo primero que pienso, en hacer los ministerios… acá a los ministros los nombrás cuando ya está el presidente, nadie hace campaña con sus ministros.

¿Cómo vivió el proceso de acceso de las mujeres al voto?

Yo luché enormemente. Fue en ‘47 con Perón. Yo estaba contenta pero nada más, no podíamos hacer nada.

Evita y el voto femenino

Ella que se había negado a poner el retrato de Eva Perón en el aula, que la había combatido de todas las formas posibles, un día, el 7 de mayo de 1984, tuvo que rendirle homenaje. Cómo será el encono que todavía guarda el breve texto que leyó entonces. Fue un golpe duro pero con cierta distancia reflexiona: "Cuando terminé eran tantos los abrazos, claro la mayoría eran peronistas, los besos que yo he recibido de los peronistas nunca supuse, muchos peronistas me conocen y me recuerdan por eso. Y yo no hice loas, creo que fui justa en lo que dije. Yo pienso, con el tiempo, un día tuvimos que hacer un acto que comparábamos la vida de Eva Perón y la de Alicia Moreau De Justo. Yo dije son dos cosas distintas, se comparan lo que tienen algo. Ni la vida. Ni el nacimiento. La verdad que a Eva Peron le faltó cultura. Si hubiera tenido cultura hubiera sido una extraordinaria mujer… fue una extraordinaria mujer. Todo lo que hizo fue en venganza de lo que ella pasó, fue una resentida y una resentida salvaje. No tenía cultura y no encontró freno".

A Alicia Moreau de Justo, en cambio, la tiene al lado suyo, colgada en una de las paredes del estudio. "Sí, qué gran mujer. A los socialistas les digo ‘ustedes de socialistas no tienen nada porque tenían a la Moreau de Justo y nunca le eligieron de diputada ni nada, entró al Congreso porque nosotros le llevamos el cajón’. Me dicen ‘era otra época, ella no quiso’. Cómo no va a querer una mujer del kilate de ella. Yo me acuerdo que en el ‘93 mis compañeros de parroquia me habían elegido diputada, entonces venían donde se hacía la lista y me decían Florentina está en el quinto, después en el sexto, así llegue hasta el 11. Hice un solo acto y en el acto les dije que los derechos de la mujer iban a ser mi plataforma, y que cuando dejara la diputación la mujer iba a tener los mismos derechos del hombre, y lo cumplí. Conseguí dos grandes, la patria potestad… Y yo reniego con este Eduardo Menem porque yo le había cambiado el hombre por ‘autoridad de los padres compartida’. Y éste se opuso en el Senado, yo estaba ese día, yo le ponía miles de ejemplos en el mundo que no se habla de patria potestad porque es clarito ‘poder del hombre’, pero no, por tradición… y ahora seguimos con patria potestad".

 ¿Usted cree que el lenguaje es importante?

 No es una pavada. Nosotras logramos también lo del apellido de la mujer. Yo era una luchadora tremenda. Será porque me casé grande a los 67 años. Yo decía qué hombre se va a animar a una mujer que diga ‘hoy tengo que hacer tal cosa, mañana tal otra’. Sobre todo en años pasados. Entonces, yo luché para que sacáramos el ‘de’. Pero fijate vos, todo mi argumento era que el hombre nacía y terminaba con el mismo apellido, el hombre tenía ese derecho y no lo tenían las mujeres, porque no había una ley que lo decía al de, no, era la tradición, pero era tan fuerte que yo sudaba cada vez que tenía que escribir ‘de Allocati’.

Nosotras logramos también lo del apellido de la mujer. Yo era una luchadora tremenda. Será porque me casé grande a los 67 años. Yo decía qué hombre se va a animar a una mujer que diga ‘hoy tengo que hacer tal cosa, mañana tal otra’. Sobre todo en años pasados.Pero ahora sabes qué, hay dos proyectos que quieren cambiar el ‘de’ por el ‘y’,  o por el ‘o’, o por el ‘con’. Entonces, aquí me di cuenta que la falla fue mía porque yo tomé eso como un derecho que tenían los hombres y no las mujeres, y en realidad no es un derecho, es la identidad, que la vamos cambiando por costumbre.

También está la cuestión de los hijos, que acá no es obligatorio llevar el apellido de los dos. Yo tengo sólo el de mi padre.

Pero en cualquier momento lo podés recuperar, es un trámite muy sencillo. Pero lo que pasa es que las mujeres que a veces tienen poca cabeza se ponen ‘de fulano de tal’ porque fulano de tal es alguien. Poco a poco, la mujer del presidente se pone ‘de Kirchner’. Entonces, voy a hacer un escrito en La Nación.

Usted pelea todo el tiempo con el diario La Nación.

Lo que puedo peleo ahí. Hasta cierto punto. El otro día decía vamos a hablar del día internacional de la mujer, en mi cumpleaños, dije vamos a ver el debe y el haber. Yo creo que estamos en debe todavía. (Ricardo) Gil Lavedra que estaba a mi lado se reía. Yo siempre digo que hay un cordón umbilical que va del cerebro del hombre político al cerebro de la mujer política. Yo hace rato corté ese cordón umbilical. Hay muchas mujeres que tienen la tijera en la mano y no saben que hacer y hay otras que no quieren saber nada con la tijera porque les va muy bien cambiándose el apellido.

 ¿Y cómo ve la avanzada de las mujeres en política?

 Creo que no pueden hacer todavía nada. Creo que en la Corte Suprema van a andar bien. Creo que lo del Consejo de la Magistratura no les ha caído bien a los jueces. El presidente dijo que él hubiera estado contento si hubiera habido otro proyecto, ¡que no mienta! Si no querían cambiarle ni una coma al proyecto. Tenemos un presidente que habla mucho.

 Usted dijo lo mismo de Cristina Fernández.

 Y yo dije, de ser Cristina, yo hubiera renunciado. Porque yo sé el poder de la sábana. Entonces, cualquiera tiene derecho a pensar que está defendiendo a su marido. Por eso no me gustan los matrimonios en política. No me gustan los matrimonios que escalan posiciones juntos.

 ¿Cómo la ve a ella, es la nueva presidenta?

 Pareciera que sí, pero ella, no sé, es mucho más brava, como dicen.

(…)

 ¿Hubo alguna cosa que no pudo hacer por ser mujer?

 No, por lo menos intenté. Hay cosas que le sigo discutiendo a los políticos. Todavía en todos los partidos hay diferencias. Ahora quién tiene la culpa de esto. Las mujeres están muy tranquilas. Yo digo que hemos ganado número en las cámaras pero no hemos ganado poder. Porque las cosas del poder, a mí no me interesa si es conservadora, socialista, comunista… pero todavía son muy sectarias.

 ¿Cómo explica que todavía no se ratifique el Protocolo Facultativo de Cedaw?

 Lo que pasa es que no le ha llegado a la gente todavía. Yo les decía metanlo en todos lados para que la gente entienda qué es eso, porque sino que sabe la gente.

 Y el aborto ¿cree que se va a despenalizar?

 Creo que no. No me gusta eso de que se logra algo, o lo logramos bien o no lo logramos nada.  En realidad, nosotros no tenemos inconvenientes con la Iglesia, porque queremos lo mismo, queremos que la gente no aborte. La única diferencia está en cómo lo logramos. Nosotras lo conseguimos con educación y ellos con abstinencia o con grandes temores del más allá. A mí me dicen ‘cómo usted que es católica’. No, no, yo soy católica pensaste.

 ¿Se confiesa?

Dejé de confesarme cuando estaba en el campo como maestra. Los domingos iba a misa. Entonces, una vez me decido confesar. A mí siempre la confesión me causó una cosa rara. Entonces, decía he cometido pecados, qué se yo que diría. Y no sé como en esta confesión salió la guerra española y al cura le digo ‘soy republicana’. Para qué. De todo me dijo, habido y por haber. Y me mandó una penitencia de no sé cuántas ave marías. Nunca más me confesé. Bueno, por algo tengo 94 años.

 ¿Qué le enseñó la edad?

 Todo, ya puedo dejarlos solos. No, creo que siempre hay algo por hacer. A mí me preguntan qué piensa de esto, mañana. Cuál es el día más feliz de su vida, mañana. Porque no sé si mañana voy a tener una satisfacción material o espiritual. Cómo voy a decir que el más feliz fue mi casamiento, no sé qué puede pasar mañana. Soy optimista.

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