Madame Du Coudray ideó y confeccionó "La machine". Quería evitar, en la medida de lo posible, los dramas obstétricos del siglo XVIII. "La machine", ahora la llamaríamos simulador de partos, era una representación a tamaño real de la parte inferior del cuerpo de una mujer embarazada. Con ella las que serían parteras se entrenaban en la mejor manera de atender a la mujer en el alumbramiento. Las futuras matronas aprendían y practicaban las distintas técnicas para ayudar a nacer al bebé. El modelo de recién nacido, también de tela, era una niña. De esta manera, podían estudiar con tranquilidad las diversas situaciones que se presentan en el momento del parto. Los brazos y piernas eran articuladas y el tamaño del muñeco, el normal para un recién nacido.
También fabricó con los mismos materiales el útero con un feto de siete meses en su interior y un útero después del parto; no olvidó el aparato genital femenino cuando no hay embarazo, ni los partos gemelares. Todo el material, junto con un manual con dibujos explicativos constituyó un hito hace ya doscientos años.
El clítoris no existe en ese simulador de cuerpo femenino en el que estudian algunos de los futuros profesionales de enfermería. "La machine" todavía puede verse en el museo que hay instalado en la que fue la casa del padre de Flaubert, en la ciudad francesa de Rouen.
El maniquí
Ahora, más de doscientos años después, en las universidades se enseña a los futuros profesionales con un maniquí. Ya no está acolchado ni cubierto de tela, sino que tiene el aspecto de un cuerpo real. Aparentemente es mucho más perfecto pero, al menos en algún centro educativo, el maniquí está incompleto. El clítoris no existe en ese simulador de cuerpo femenino en el que estudian algunos de los futuros profesionales de enfermería. Este hecho no deja de ser una ablación simbólica a las mujeres.
Unas estudiantes tuvieron que añadirlo para poder hacer el trabajo que sus profesoras les habían encargado. Ese maniquí está representando el cuerpo femenino para conocerlo, para ayudar a las mujeres a superar enfermedades y a superar problemas. Es difícil que hayan aprendido correctamente quienes hayan estudiado con ese modelo que no tiene clítoris. Quizá ignoren que ese órgano es de suma importancia para el placer sexual de las mujeres y que el placer es indispensable para la vida.
Somos lo que aprendemos
La formación que se da a los profesionales marca su punto de vista y quien no sea capaz de ver más allá repetirá el modelo aprendido. Por eso, aunque imprescindible, no es suficiente que haya muchas mujeres que estudien medicina, derecho, ingeniería o que ejerzan el poder. Lo importante es que cambie lo que se enseña tanto a mujeres como a hombres. Si no es así, lo normal es que los profesionales, al ejercer, contribuyan al mantenimiento del punto de vista establecido, independientemente de cuál sea su sexo y de cuál sea el puesto desde el que se ponga en práctica lo aprendido.
El clítoris no existe en ese simulador de cuerpo femenino en el que estudian algunos de los futuros profesionales de enfermería. El placer tiene muchos caminos
El trabajo que les habían encomendado a estas estudiantes trataba de dar respuesta al diagnóstico siguiente: "patrón sexual inafectivo, relacionado con temor al embarazo en una adolescente de quince años." La mayor parte de sus compañeros optaron por métodos anticonceptivos. Se sigue pensando que el coito es la única sexualidad posible. Ellas, en cambio, proponían enseñar a la adolescente a que conociera su cuerpo, eso sí, con el clítoris que tuvieron que añadir al maniquí, y también las múltiples posibilidades de obtener placer sin los riesgos del coito.
Internet dio alas al trabajo y de ahí salió la noticia. Afortunadamente hay profesionales que intentan otros caminos menos trillados. Las cosas se mueven aunque lo hacen muy despacio.
*Teresa Pascual Ogueta, es Ingeniera de Telecomunicación y también escritora. Conferencista, autora de libros técnicos y de divulgación, hace análisis crítico de la realidad desde diversos puntos de vista.
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