Economía progresista para fortalecer la Economía del Bien Común

“El papel de las organizaciones sociales como la Fundación Novaterra es fundamental para avanzar en la cohesión social.” Con estas palabras iniciaba su discurso Ramón Jáuregui, eurodiputado y un máximo exponente en la defensa y la implantación de la responsabilidad social –RSE- en nuestro país, en la VI Jornada de puertas abiertas hacia el compromiso de la Fundación Novaterra, con la que esta entidad valenciana aborda cada año un tema fundamental para la inclusión social, con el objetivo de formar a la ciudadanía y el empresariado valenciano para la acción.

Jáuregui destacó en su intervención que evidentemente “ha habido una evolución de la RSE en España, pero después de 10 o 12 años es necesario revisar las expectativas que tenemos al respecto, si ha servido para algo o debemos abandonarla”.

“Ha habido una evolución de la RSE en España, pero después de 10 o 12 años es necesario revisar las expectativas que tenemos al respecto, si ha servido para algo o debemos abandonarla”.En primer lugar, el ponente se detuvo en el porqué del nacimiento de esta corriente, que respondía básicamente a una apertura del modelo empresarial a la sociedad. “La sociedad había penetrado en el mundo de la empresa, sobrepasando el triángulo clásico y limitado: accionista, propietario, cliente. La empresa se había convertido en un invernadero que todo el mundo veía y sobre la que se quería saber más, en un contexto en el que el poder de la empresa en la globalización tenía impactos cada vez mayores”.
 
Se abría así una nueva expectativa en la vinculación empresa-sociedad en la que hemos estado una década. Pero ¿ha sido la RSE una experiencia frustrada? ¿Supone la Economía del Bien Común una nueva vía alternativa?
 
Jáuregui destacaba como “voces críticas decían que la RSE solo tapaba las vergüenzas de las compañías”. “En positivo, hay que destacar un desarrollo institucional interesante, como por ejemplo ha supuesto el Pacto Mundial de Naciones Unidas, fijando una búsqueda de un código universal de comportamiento de las compañías. Incluso algunas prácticas de acción social que tampoco podemos desdeñar”.
 
Ahora bien, la cruz la ponen varios aspectos que Jáuregui resumió en los siguientes:

  1. No hay una sociedad civil suficientemente vertebrada con capacidad de premiar los comportamientos responsables y castigar los malos. Un problema que encadena el siguiente.
  2. Las compañías no ven la ecuación costes de la RSE para ser socialmente responsable. No están debidamente compensada en los resultados la inversión necesaria.
  3. No hay un apoyo de los medios de comunicación.
  4. No hay pocas políticas de estímulo a la RSE. No ha habido un apoyo público suficiente.
  5. No hay liderazgo desde la empresa. Los directivos nos están sensibilizados con esto, y cuando no parte de arriba es difícil que impregne las compañías.
  6. No hay mesas internacionales para la RSE, como sí ocurre con el cambio climático o la lucha contra los paraísos fiscales. 
  7. “Europa está en contra de transformar en norma tener que rendir cuentas”. Y algunas prácticas, como la de subcontratar las memorias de RSE simbolizan la depauperización de la RSE.

Ante esta situación, Jáuregui se muestra expectante ante al Economía del Bien Común. Una EBC:

  1. Que parte del descontento social para transformar el actual modelo económico.
  2. Que reclama de las empresas nuevos valores, sobre la base de que la función de la empresa no es buscar beneficios sino responder a valores que la sociedad considera valiosos: el empleo, combatir la exclusión, la sostenibilidad, etc.
  3. Que trata de establecer una ligazón entre esa demanda a las compañías de nuevos valores, con la propia lógica del contrato social, basada en la mayoría de las Constituciones de países democráticos.

Así pues, conocer, en primer lugar, y tratar de superar, en segundo, sus limitaciones, que en gran medida son las mismas de la RSE, será la clave para el éxito. Limitaciones como el desconocimiento del concepto, la necesidad de un esfuerzo económico para realizar el balance, quién lo audita, la existencia de un mercado preferencial para la EBC…
Limitaciones que sin duda habrá que ir superando, porque sea un modelo nuevo o no, “una concepción progresista de la economía tiene que llevarnos a hacer fuerte la EBC”, concluía Jáuregui.

Tras la intervención del eurodiputado tuvo lugar un debate moderado por el vicepresidente de Novaterra, Francesc de Paula Pons, y en el que además del conferenciante profundizaron en el tema Salvador Navarro, presidente de la CEV; Francisco Álvarez, director general de Economía, Emprendimiento y cooperativismo y embajador de la Economía del Bien Común; Empar Martínez, directora general de Florida Grup Educatiu Cooperatiu, y Juan Cascant, creador de la iniciativa Microviña y director de El Celler de la Muntanya.

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