5 nuevos miedos tecnológicos

¿Cuáles son los nuevos miedos hoy? A los clásicos, se suman los vinculados a la tecnología que todo lo toca. De lo descabellado a lo serio, de las drogas musicales y la radiación en los tobillos a la pérdida de la privacidad, el siempre cambiante mundo de la tecnología nos va metiendo nuevos miedos en el cuerpo. Aunque algunos den más risa que terror.

Puede que no siempre acertemos, pero cada avance tecnológico nos inspira un miedo nuevo. Sólo el tiempo -y la ciencia- distinguirán entre paranoia insensata y justificada preocupación.

Las drogas en MP3, aunque suene a risa, están ganando popularidad como motivo de alarma, al menos ante las autoridades de Oklahoma o Australia. Al parecer, los adolescentes se ponen archivos de música y graban vídeos de sí mismos teóricamente colocados por el sonido. Quizá no sea necesario un estudio científico para descartar esta preocupación.

Radiación en los tobillos. Los efectos que tiene en nosotros la radiación de los móviles sigue siendo un misterio científico, pero al menos estamos acostumbrados a las dudas. Lo que es nuevo es preocuparse por si los coches híbridos nos darán radiación de más en los tobillos.

Los peligros de las redes sociales. ¿Aumenta la sífilis debido a Facebook? ¿Tiene la culpa Farmville si un niño coge la tarjeta de su madre y y hace un desfalco? ¿Va a hundirse la civilización porque estamos viendo el perfil de un amigo en vez de trabajar?

Tres dimensiones pueden ser muchas, sobre todo si los fabricantes se curan en salud y con cada cacharro 3D nos dan una lista de contraindicaciones más larga que las instrucciones, que nos advierte, por ejemplo, de que jugar cerca de las escaleras no es lo que se dice buena idea.

Más seria es la pérdida de la privacidad. Nos indignamos ante la gestión de nuestros datos que hacen las grandes empresas de Internet. Ya sea Facebook (por sus complejas opciones de privacidad) o Google (por su Street View), nos hororizamos ante las posibilidades de que nuestra información circule por la Red. Pero luego, somos los primeros que tiramos el sentido común al viento y contamos nuestras vida en Internet. Y luego nos sorprendemos cuando un desconocido nos llama al restaurante en el que hemos fichado en Foursquare.

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