La tarea de los líderes, su verdadera razón de ser es ayudar a la organización a conseguir cambios. Que los diferentes equipos que lideran sean cada vez mejores o, en ocasiones, haya cambios dramáticos para dar respuesta a nuevos mercados. En definitiva, conseguir de las personas sobre las que ejercen influencia un estallido de energía y entusiasmo: el entusiasmo estratégico.
La energía es básica para realizar cualquier cambio, pero no se consigue solo con “un estilo de liderazgo”. El estilo de liderar no es lo importante. La clave del liderazgo está en su propia esencia: su proceso y su estructura.
El proceso de liderazgo está formado por tres elementos que la líder desarrolla según sus experiencias como mujer:
El esfuerzo de identificar líderes y entrenarlos para su misión es una inversión con una gratificación muy alta, pero que precisa de importantes esfuerzos de muchas personas. 1. Marcar rumbos.
Sin liderazgo en todas sus variantes “L” mayúscula o “l” minúscula, no se podrá hacer llegar mensajes a la organización de una forma eficaz y no podrán formarse y ponerse en marcha equipos de alto rendimiento, ni conseguir cambios críticos para la organización.
Desde que iniciamos nuestro programa “Strategic Enthusiasm” en 1987, comprobamos que muchas organizaciones carecían de un liderazgo eficaz, tanto con “L” mayúscula como con minúscula. El esfuerzo de identificar líderes y entrenarlos para su misión es una inversión con una gratificación muy alta, pero que precisa de importantes esfuerzos de muchas personas.
Los líderes marcan de forma clara cuál es el rumbo que deben seguir las personas a las que dirigen. Lo hacen visible y comprensible para que resulte atractivo y genere entusiasmo.
2. Comunicar y coordinar
Se trata de conseguir que todas las personas de su entorno (equipo, departamento) se conviertan en miembros y sientan orgullo de pertenecer el equipo y, por ende, también a las empresas donde esos equipos realizan su trabajo.
No sólo deben entender todos la visión del líder máximo sino hacerla propia, y para ello es imprescindible que participen en su formulación. Sus aportaciones al Plan Estratégico acostumbran a enriquecerlo en forma crucial.
Las líderes intermedias con “l” minúscula tiene como una de sus misiones más importantes poner de acuerdo personas de su entorno con intereses muy variados y es una habilidad innata muy especial.
3. Motivar e inspirar
El liderazgo de calidad que puede servir de ejemplo ha sido escaso en la historia reciente de la humanidad. Proporcionalmente, ha sido mucho más numeroso el interés por él en el mundo empresarial. Hay muchos líderes en la sombra mujeres y hombres que dirigen empresas punteras en su sector y que son desconocidas para el gran público. No cotizan en las bolsas de valores pero su tamaño es tan o más grande que algunas de las que figuran en los diversos índices internacionales.
Se trata de conseguir que todas las personas de
su entorno (equipo, departamento) se conviertan en miembros
y sientan orgullo de pertenecer el equipo y,
por ende, también a las empresas donde esos equipos realizan su trabajo.
Y en todas estas organizaciones encontraremos también nutridos grupos de líderes intermedios que juegan un papel determinante en la acción de las personas que conforman las plantillas de estas empresas.
Los líderes con “l” constituyen la verdadera “cadena de mando” informal que los líderes con “L” mayúscula necesitan para insuflar los ingredientes motivadores en todas las personas de la organización.
El liderazgo satisface las necesidades más básicas que tenemos las personas para desarrollar una tarea colectiva.
Por su complejidad la comunicación, hacer llegar y contagiar entusiasmo a un colectivo es preciso la intervención de varios líderes “l” que hagan llegar estos mensajes a todos los niveles de la organización.
*Juan Malaret es profesor de liderazgo femenino y empresa familiar en la Universitat Pompeu Fabra y consultor de liderazgo y negociación.
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