15-M: Las mujeres como pensadoras críticas

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¿Tiene el movimiento 15-M una nueva generación de pensadores y pensadoras críticas? Artífice en decenas de ciudades del Estado Español de los baños de masas más diversos, más festivos, más anónimos y más esperanzadores vistos en mucho tiempo, ha contribuido a generalizar el "sí, se puede" y el "juntas podemos". Lo dice Sandra Ezquerda en un artículo del que hemos extraído algunos párrafos sobre la experiencia específica de las mujeres.

Sus reflexiones provienen de la participación de la autora en el 15-M barcelonés pero también de las conversaciones con múltiples activistas feministas provenientes de toda la geografía española, así como de la lectura de relatos y crónicas, tanto individuales como colectivas.

Las mujeres
Las mujeres continuamos a día de hoy sufriendo una enorme vulnerabilidad tanto dentro del mercado laboral como fuera de él. Un análisis de la crisis desde una perspectiva de género muestra que, si bien el año 2008 se vio caracterizado por el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de la industria, ambos sectores profundamente masculinizados, meses más tarde la contracción de demanda de mano alcanzó también al sector servicios, donde actualmente se ocupa el 88,5 por ciento de las mujeres en el estado español. Actualmente, la tasa de paro femenino suma un 22,10 por ciento y el masculino un 21,04 por ciento. Si se desagregan los datos en términos de procedencia, se ve que los hombres autóctonos presentan la tasa más baja de todas con un 17,20 por ciento mientras que el desempleo femenino no comunitario es de un 27,15 por ciento y el masculino cercano al 34 por ciento. Si se toma en consideración que las mujeres de origen inmigrante se encuentran concentradas en la economía informal, es muy probable que la tasa de desocupación de éstas últimas resulte ser en realidad mucho mayor que la oficialmente registrada.

Las desigualdades de género siguen siendo una realidad innegable también en el mercado laboral y se manifiestan en altas tasas de temporalidad y jornadas parciales entre las mujeres.El paro masculino
La aceleración del paro masculino ha provocado que haya más familias que dependan del salario de las mujeres y que numerosas mujeres se hayan visto forzadas a incorporarse al mercado laboral. Mientras que la tasa de actividad femenina en el año 2007 era de 48,94 por ciento, a finales del 2011 se situaba en un 52,91 por ciento. Este incremento, no obstante, no se ha visto acompañado de una redistribución de las responsabilidades domésticas y de cuidado. Todo ello, sumado al aumento de la carga de trabajo doméstico sobre las mujeres como resultado de las estrategias familiares para reducir gastos, ha provocado un aumento de la carga global de trabajo de las mujeres y un reforzamiento de nuestra doble jornada.

Desigualdad
Las desigualdades de género siguen siendo una realidad innegable también en el mercado laboral y se manifiestan en altas tasas de temporalidad y jornadas parciales entre las mujeres. También tenemos una mayor presencia que los hombres en la economía sumergida, somos el 57,3 por ciento de las personas receptoras de prestaciones no contributivas y únicamente el 37 por ciento de las contributivas. Nuestro salario medio es 22 por ciento inferior al de los hombres y, por otro lado, el 80 por ciento de las personas "inactivas" que no reciben ningún tipo de pensión son mujeres también.

Como consecuencia, somos nosotras las principales víctimas de la reducción de salarios y la eliminación de empleos públicos. La vulnerabilidad social y económica de las mujeres, a su vez, nos hace acusar con más fuerza la reducción de ayudas sociales y, ante la desaparición de éstas, somos nosotras las que mediante nuestro trabajo de cuidados no remunerado, las acabamos asumiendo.

La creciente austeridad resultante de la crisis de la deuda ataca particularmente al estado de bienestar y los servicios públicos, y permite al estado transferir sus obligaciones de protección social de nuevo a las familias.

La tarea
No resulta tarea fácil, tal y como la resistencia histórica de numerosos movimientos sociales ilustra, visibilizar, cuestionar y transformar las relaciones de género que definen nuestras sociedades en espacios reivindicativos y de denuncia mixtos. A pesar de algunas agradables excepciones como el grupo de Indignados contra el Machismo de Sol, el feminismo y las feministas continúan encontrándose con enormes resistencias en la actualidad.

Lejos de desanimarnos, no obstante, la constatación de las dificultades puede servirnos como recordatorio de que cualquier paso, por pequeño que sea, en la eliminación de las desigualdades que sufrimos, es un paso bien dado.

Nos puede servir también para recordar que si los millares de personas que acudieron a las plazas a mediados de mayo para hacer política por primera vez en sus vidas han sido capaces en tan poco tiempo de vencer sus miedos y apatía para debatir de manera incansable entre multitudes, impedir que decenas de familias perdieran sus casas, desafiar a numerosas instancias políticas, religiosas y judiciales y, entre otros retos, denunciar la violencia policial, un trabajo constante, crítico y pedagógico por parte de los feminismos puede conseguir que la indignación de toda esta nueva generación de políticos y políticas profanas acabe siendo feminista también.

*Extraído del Artículo de Sandra Ezquerda para Amecopress.
Foto: Amada Santos

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