Mercedes Bengoechea y cómo el lenguaje construye el poder

Dice Mercedes Bengoechea que una educación no sexista es fundamental. ´El lenguaje es una institución humana, reflejo intrínseco de la sociedad y su sistema patriarcal que se creó durante siglos´. Empezando por la escuela y desde los medios de comunicación.

La Academia atrasa

Bengoechea está convencida de que hay un atraso en la forma en la que los académicos ven la ley del género.  El argumento que emplean para descalificar esta feminización del lenguaje y para justificar el uso del masculino genérico es la economía del lenguaje: «Esa no es la única función del género gramatical masculino. Tiene otras funciones en una sociedad patriarcal: crear en la mente la imagen de la insignificancia femenina, que los hombres sean los propietarios de los cargos, de la representación de los grupos, como los musulmanes, los indígenas…», agrega Bengoechea. «La íntima relación entre ideologÍa, poder y lenguaje nos la han desvelado todos los filósofos que han analizado la filosofía del lenguaje».

Los académicos no quieren creer que la ley del género es una ley básica del español 

Sexismo en los medios de comunicación

De su estudio para el Instituto de la Mujer en 2000 sobre el sexismo en la prensa (ABC, El País, El Mundo y La Vanguardia), Mercedes Bengoechea concluyó que éste comienza por la ausencia femenina. Sólo el 30% de las personas que aparecían en las noticias eran mujeres. En las páginas de política, nacional e internacional, su presencia descendía al 11%, se reducía todavía más en la sección de economía, y aumentaba en famosos, arte y sociedad, por la presencia de artistas, cantantes, etc. Estos datos no reflejan una mejora con respecto a un estudio similar realizado en los años 80, en el que se detectó una presencia femenina del 8% en la sección de política de la prensa español

El uso del masculino plural que esconde la presencia femenina es otro modo de hacer invisibles a las mujeres, añade. «Nuestra presencia estaría escondida en ’los nacionalistas’, ’los estudiantes’, ’los socialistas’, y esto forma parte del problema de la ausencia. Hay que ir cambiando esto poco a poco» aconseja la sociolingüista. «Otra cuestión que podría mejorarse es que hay mujeres que aparecen en la prensa pero que no se les menciona, por ejemplo en una foto en la que aparecen hombres y mujeres, y se dice quiénes son ellos solamente, esto no es infrecuente», señala Bengoechea.

El uso del masculino plural que esconde la presencia femenina es otro modo de hacer invisibles a las mujeres

Parentesco y colores de ropa

«El principal problema es la ausencia, pero cómo se las menciona sigue siendo discriminatorio» prosigue la experta en lengua y género. Así, expresiones coloquiales como ’la Sampietro’, ’la Paredes’ o ’la Robinson’ para designar a personalidades como presidentas de un país, ministras o presidentas de la Academia de Cine, sólo se utilizan para las mujeres, nunca he visto ’el Solana’. O el uso del nombre de pila es muy frecuente para cargos políticos como en el caso de Esperanza (Aguirre), cuando a Gallardón nunca se le llamó Alberto». En el caso de los hombres, contrasta, sólo son mencionados por el nombre de pila si son delincuentes. «Los manuales de estilo desaconsejan estos usos, pero lo más sorprendente es que ocurra en medios que se preocupan especialmente por el empleo del lenguaje, como El País o ABC».

Otra de las maneras de discriminación es que en las apariciones de mujeres en los medios se recalcan de manera injustificada sus relaciones de parentesco. Así, en el 25% de los casos se señala que son madres, esposas, abuelas, etc., cuando en realidad aparecen por cuestiones que nada tienen que ver. «Por ejemplo, al hablar de Elena Beloki, detenida por su pertenencia a ETA, nos decían que había sido novia de Iosu Ternera, hermana de otro terrorista, etc. Esto no ocurriría en el caso de presentar una noticia sobre un hombre».

Se citan los colores de ropa de las ministras, o cómo van vestidas, como una forma de control, cuando esto nunca se hace con los ministros, y lo asumimos como algo normal. «Es más peligroso aún cuando hacemos referencias al físico al hablar de víctimas del acoso o de la violencia sexual, o de prostitutas, ya que las estamos mirando desde un punto de vista superior» advierte la sociolingüista.

Sexismo en la Real Academia de la Lengua

Mercedes Bengoechea llevó a cabo un estudio sobre la 21ª edición del diccionario de la Real Academia Española (RAE) para determinar su sexismo. Era un informe encargado por el Instituto de la Mujer y que, a pesar de que abrió todos los telediarios un día de septiembre de 1994, fue enviado a la Academia y no obtuvo respuesta. En 1995, por encargo del Instituto Nacional de Empleo, Bengoechea participó en la elaboración de una guía de títulos profesionales que determinaba los femeninos. «La RAE se negaba a reconocerlos, con la excusa de que no hay profesión en femenino. Así descubrimos que la ausencia de estos términos hacía que las mujeres que ejercían una determinada profesión cobraran menos, o se les considerase aprendizas, ya que por abajo nunca hay problemas para la feminización, solo son los altos cargos los que cuesta feminizar» apunta Bengoechea.

El sexismo de la Academia es increíble. Ni a Emilia Pardo Bazán ni a María Moliner les dejaron entrar en la Academia porque era una sociedad de varones.

«El sexismo de la Academia es increíble. Ni a Emilia Pardo Bazán ni a María Moliner les dejaron entrar en la Academia porque era una sociedad de varones. Su sistema es muy parecido al del colegio cardenalicio, no preguntan a la sociedad ni es democrático, alguien de la propia Academia debe presentar una candidatura y entre ellos se votan. Les falta conectar con el pueblo y afrontar una democratización interna» afirma Mercedes Bengoechea. «No es admisible que se atrevan a no reconocer el término género no como sexo, sino como comportamiento y expectativas asociadas a un sexo, cuando todo un Gobierno apuesta por una ley por la igualdad de género, y se emplea el término en muchos estudios de lengua, medicina, etc.». Además, la lingüista comenta que «no reconocen el matrimonio homosexual, cuando ellos sólo deberían incluir la palabra en el diccionario, no decirnos cómo tenemos que entender la sociedad. La RAE debe conectar con el sentir mayoritario».

Según Bengoechea, desde la citada institución muestran «una tremenda falta de sensibilidad hacia los problemas de las mujeres, y para que reconozcamos su autoridad tienen que demostrarnos lo contrario». Y pone como ejemplo de sexismo las acepciones que el diccionario de 2001 de la Academia da para palabras como alcalde/alcaldesa. huérfano, gozar…

Signos de cambio y optimismo

A pesar de todo, Bengoechea se muestra optimista y afirma que la discriminación en el lenguaje va siendo cada vez menos frecuente. «Hemos aprendido a usar la lengua de forma sexista y es muy difícil de cambiar, tampoco vamos a desmontar el edificio del símbolo gramatical, pero se está empezando a desmoronar, por parte de hombres y mujeres, porque queremos una sociedad en la que exista la igualdad».

Así, cada vez son más frecuentes gestos como incluir la arroba, las barras, el empleo de la diferenciación entre hombres y mujeres…. Hace años se decía que una mujer era un miembro de un tribunal, y «en 10 años, hemos pasado a decir soy una miembro; hay una tendencia en la lengua oral a feminizar, y ésta trae muchos cambios en el lenguaje.

Y concluye: «Aunque estos cambios son una constante en todos los textos, la noción de género, tal y como nos la han transmitido, no va a ser transmitida a las generaciones futuras».

Más sobre Mercedes Bengoechea

Decana de la Facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Alcalá, es sociolingüista y sobre su especialidad ha hablado en la Universidad Pública de Navarra. Experta en las relaciones entre el lenguaje y el género, en la perspectiva social, ideológica y sociolingüística de los discursos orales y escritos, es autora y editora de diversas publicaciones y desde 1994 es parte de NOMBRA, Comisión Asesora del Lenguaje del Instituto de la Mujer.

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