¿Podemos hacer algo? En el corto plazo, no parece tener solución, ¿no es verdad? En ese caso, ¿por qué no cambiar el chip?
Debemos aprender a apoyarnos. No podemos ser nunca nuestro mayor enemigo. Si seguimos sin apoyarnos, la sensación de soledad no será tan mala opción. Empecé mi carrera profesional hace ya casi veinte años, y desde entonces he trabajado rodeada de hombres. Ha sucedido siempre y sin excepción. Es algo que he encontrado tanto en el mundo de la empresa, como el académico, y que me ha acompañado durante toda mi trayectoria. Me hubiera gustado muchísimo que hubiera más mujeres, pero no era el caso, no era su decisión y, dada su ausencia, mi apuesta fue dejarme acompañar por ellos, tener compañeros de viaje.
Por ello, no me cuesta ningún esfuerzo confesar que si he llegado hasta donde estoy ha sido gracias al apoyo incondicional de muchos de ellos. No me he sentido sola porque decidí olvidarme de los sexos y centrarme en las personas. Por supuesto, en mi trayectoria he encontrado hombres extraordinarios que me han apoyado sin esperar nada a cambio pero también muchos otros que no han estado precisamente cómodos, porque yo nunca hubiera sido su elección. ¿Debería haberme dejado llevar por esa carga? ¿Su carga? Demasiado trabajo y muchas otras cosas que hacer…
No puedo cerrar este apartado sin dedicar unas líneas a mis compañeras de profesión. He encontrado muchas, muchísimas, mujeres inteligentes, luchadoras y valientes, muchas… pero también otras muchas que no me lo han puesto nada fácil. ¿La razón? Le he dado muchas vueltas, he barajado muchas posibilidades y no he llegado a una respuesta que me haya dejado tranquila, segura de acertar. ¿Miedo? ¿Celos? ¿Competencia? ¿Inseguridad? No lo sé. Por ello, una última reflexión sobre este controvertido tema: debemos aprender a apoyarnos. No podemos ser nunca nuestro mayor enemigo. Si seguimos sin apoyarnos, en mi (muy) humilde opinión personal, la sensación de soledad no será tan mala opción.
Por todo ello, pongamos todos una dosis de conciencia y responsabilidad sobre este problema. Necesitamos el talento femenino para que nuestras empresas sean capaces de innovar y, por supuesto, para acabar con la brecha digital que cada día está más presente en este sector. Si todos damos ese primer paso, y ponemos un pequeño grano de arena allí donde surja la oportunidad, la ausencia de mujeres en este terreno será tan solo parte de nuestra historia.
Otros artículos de esta columnista…
- La hoguera de las falsas creencias: la mujer digital.
- ¿Te apuntas al e-Liderazgo? La fórmula de Silvia Leal para liderar en la empresa
- La importancia del sexo (débil)
- Solo el 20% de los trabajadores TIC son mujeres
Otros artículos de nuestr@s columnistas…
- ¿Avanzamos?, por Margarita Alonso
- No soy nativa digital… Soy adoptada,por Margarita Jerez de la Vega
- ¿Cuántas veces dices ‘no tengo tiempo’?, por Silvia Vecino
- El primer anuncio del año, por Eulàlia Flò
- Un hombre como yo, por Jorge Urrea
- Competencias innovadoras para gestión de empresas globales, por Alicia E. Kaufmann
¿Ya has visitado Columnistas en nuestra ZONA OPINIÓN?