La edad sigue siendo un factor determinante en Hollywood

Desde que el cine existe, los actores se han emparejado en la ficción con actrices décadas más jóvenes que ellos. Los protagonistas del cine tienen mujeres mucho más jóvenes sin que la diferencia de edad se mencione siquiera en la película, como si fuera lo normal que la mujer de un cincuentón tuviera el aspecto de una veinteañera que podría ser, en realidad, su hija.

Es de sobra conocido que las actrices mayores de 40 años tienen problemas para encontrar papeles, un escollo que no encuentran sus colegas varones. Ninguno de los actores mejor pagados de Hollywood tiene menos de 40 años; solo una de las intérpretes mejor pagadas los supera, Jessica Chastain. Muchas actrices critican la sequía de papeles que sufren cuando dejan de ser adecuadas para interpretar a “la chica” de la película.

Esos romances hollywoodienses nada tienen que ver con la vida real, en la que las parejas suelen llevarse entre uno y tres años de media. En las parejas más memorables de la historia del cine, había una diferencia de más de 10 años que pasaba desapercibida. Humphrey Bogart tenía 41 años cuando protagonizó Casablanca (1942) junto a una Ingrid Bergman de 21 años. Los protagonistas de Cantando bajo la lluvia (1952), se llevaban 20 años, los mismos que separaban a Cary Grant y Eva Marie Saint (35) en Con la muerte en los talones (1959); uno más, 21, había entre Audrey Hepburn y Rex Harrison en My fair lady (1964).

Estas diferencias de edad entre las parejas, resultan aún más llamativas con el paso del tiempo. Hay ejemplos tan recientes como Birdman (2015), en la que Michael Keaton tiene 17 años más que Amy Ryan, su mujer en la película, y 30 años más que su amante, Andrea Riseborough. Ni siquiera los superhéroes se escapan a ello: la pareja titular de Ant-Man y la Avispa (2018), Paul Rudd y Evangeline Lilly, se lleva 11 años.

Algo similar sucede con actrices que interpretan a madres de actores apenas más jóvenes que ellas, como les pasó en Alejandro (2004) a Angelina Jolie y Colin Farrell, que se llevan un año.

Olivia Wilde fue descartada para encarnar a la mujer o la amante de Leonardo DiCaprio en El lobo de Wall Street por ser demasiado mayor. Ella tenía 29 años y él 38. Maggie Gyllenhaal, fue considerada demasiado mayor con 37 años para interpretar a la amante de un hombre de 55, y Jamie Denbo, fue rechazada para un papel porque, a sus 43 años, los productores consideraban que no podía encarnar a la esposa de un hombre de 57 años. Estos son tan sólo algunos ejemplos de los innumerables casos en los que la edad de las actrices resulta determinante para conseguir o no un papel.

La tendencia se mantiene sólida en la era del #MeToo.Richard Gere y Julia Roberts en Pretty Woman, 1990. GETTY

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